La real que conmigo va
Malsa y Guridi
Nada ensombrece su hazaña
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Los pueblos empezaron a vaciarse en los 60/70 y eso que las familias solían ser numerosas, por lo que no me explico esta sospechosa preocupación en un tiempo que no nacen criaturas y además se va a burocratizar el ayuntamiento carnal de forma que desaparece el galanteo -roneo, dicen los gitanos- y puede que hasta peligre la especie ante la dificultad y peligro de la coyunda. Los pueblerinos de mi provincia llegaron con su prole a los pisos que se construían en Gamonal, un pueblito cerquita de Burgos, que bloque a bloque fue convirtiéndose en el barrio -populoso barrio ha sido siempre su denominación- más grande de la ciudad. Como en aquel tiempo el fútbol alienaba -a mí me alienó del todo-, los pueblerinos aprendimos a querer a un Burgos CF extraordinario con el que disfrutamos como por ejemplo un servidor no ha vuelto a disfrutar tanto con el fútbol. Del Mirandés seguíamos con cariño y quizás cierta superioridad los resultados en 3ª y una 2ªB mucho más atractiva que la presente y con interés las actuaciones de los allí cedidos.
Perdonen el atrevimiento por la licencia sociológica, pero para mí que los burgaleses nacidos de Pancorbo para abajo éramos del Burgos mientras que los de Miranda de Ebro tenían su Mirandés para andar por casa y su Athletic para las fiestas y días de guardar, con ese orgullo de los pueblos grandes por sentirse tan importantes o más que la capital. Creo que incluso muchos rojillos -así se conocían los aficionados mirandeses- deseaban que el Burgos perdiera; si no con el Valencia, sí con el Alavés, la Real y por supuesto con el Athletic.
Personalmente tengo un gran cariño por el Mirandés y desde que vivo en Córdoba mucho más, pues me siento orgulloso de tan buenos ejemplos como va repartiendo y de la admiración que despierta el equipo entre mis amigos conocidos andaluces. Preferiría que me pasara con el Burgos, pero “lo que es, es”.
Soy también muy de la Real desde chico. No tengo explicación para la querencia siendo mocoso pero ésta se acentuó por tener el privilegio de asistir en el viejo Atocha a los mejores momentos del club. Finales de la 79/80 y principios de la 80/81. Como ya tengo contado aquí y como canta el corrido en mi cartera llevo siempre el retratito de aquellos años.
¡¡Menudo rollo estoy soltando!! Quería decir que me hubiera gustado que el Mirandés llegara a la final. Más que la Real. Aún así no me disgusta que la Real la juegue, pues es de justicia señalar que en el partido de ayer se notó en demasía la diferencia entre un equipo y otro. Duelen las trabas incomprensibles de la Liga por obligar al equipo burgalés a jugar en domingo y permitir que la Real lo hiciera el viernes. No cuadra del todo este interés por impedir el descanso del rival más débil, pero no toca poner disculpas. Tampoco vamos a señalar la escasa incidencia en el partido de ayer de Guridi y Merquelanz, como se señaló a Bakero, López Recarte y Beguistain en aquella final de Copa que ganó con gol de Alexanco un Barça de Luis Aragonés con los tres jugadores ya fichados por los azulgrana. No. Lo evidente es que la Real hizo un partido serio. Muy serio. Estuvo serio hasta el inconstante Januzaj, posiblemente el txuri-urdin de más clase; serio y también aplicado William José condenado a ser devorado por el lobo Isak. Se decidió la eliminatoria al final del primer tiempo con un penalty absurdo del negrito Malsa que demostró meter mucho mejor el pie que la mano y todo la segunda parte estuvo, la verdad sea dicha, más bien aburridilla.
Nada, que enhorabuena al Mirandés por su gesta y que no se descuide en la liga. Lo veo un poco cansado y a sus jugadores clave como trabados. Enhorabuena a la Real Sociedad y ojalá gane el trofeo. Voy a procurar, si el coronavirus no lo impide, acercarme a Sevilla a ver la final.