Charles Reep, a la derecha
Hughes
Abc
Hace aproximadamente 70 años, un 18 de abril de 1950, a las 15:50, Charles Reep pensó que ya había visto suficiente. Era el descanso del partido entre el Swindon Town y el Bristol Rovers y decidió que tomaría notas durante la segunda parte. Recogería cada acción que se produjo en el partido.
Para hacerlo, contaba con una habilidad como contable, su primera profesión. Su segunda era militar. Era comandante de la RAF. En su juventud (nació en 1904) había asistido a una conferencia de un jugador del Arsenal de Herbert Chapman, un entrenador cuyos planteamientos atrajeron a Reep. Su estilo era el ataque rápido y un particular uso de los extremos abiertos.
Reep aplicó algunas de esas ideas entrenando a equipos en la RAF, pero al regresar a la vida civil se sintió decepcionado porque las ideas de Herbert Chapman sólo se habían aplicado parcialmente. Se jugaba en el sistema WM, pero echaba de menos la velocidad. Era un fútbol lento. Eso fue lo que le hizo perder la tranquilidad esa tarde de 1950 y lo que le motivó a comenzar a desarrollar su sistema de anotación, el primero en la historia del fútbol. A través de un método taquigráfico de anotación manual, registró cada acción del juego. En ocasiones iba al campo con un casco de minero para iluminar sus papeles. No solo eso. Después comenzó a analizarlo y lo que encontró fueron descubrimientos que confirmaban su primera idea del fútbol: el 80% de los goles llegaban en jugadas de tres toques o menos; con más de seis toques solo se producía un 1% del fútbol. Tocar más era, por tanto, improductivo. Además, el 60% de las jugadas de gol se producían en una distancia determinada que él llamó la POMO (Posición de Máxima Oportunidad) y un tercio de los goles llegaban del robo en campo contrario. Eran datos para congelar el juego inglés en un estilo directo: «La posesión era contraproducente».
Esas impresiones no se quedaron en mera teoría. Reep fue reclutado por Stan Cullis, el legendario entrenador del Wolverhampton, con el que trabajo durante años muy exitosos. Juntos derrotaron al Honved, en un partido que vengaba en parte la derrota inglesa contra Hungría en Wembley en 1953(6-3). Esa crisis del fútbol nacional Reep nunca la interpretó como los demás. No hubo en él complejo de inferioridad. Escribió sobre ello y creyó poder desentrañar el fútbol húngaro para apoyar sus propias ideas, desmitificando su superioridad técnica mediante la descomposición en datos.
Cullis, su valedor, era un entusiasta de la preparación física, una mentalidad puritana y un apasionado del fútbol vertiginoso, pero de una forma intuitiva.
Reep contó cómo se conocieron después de esa histórica y traumatizante derrota en un artículo de título visionario, «¿Nos estamos volviendo demasiado listos?» (1962), en el que defendía una simplificación del fútbol.
Este aspecto «ideológico» es lo que contribuyó más a su posterior caricatura. Inglaterra se recuperó futbolísticamente con George Best, pero años después, en los 80, las ideas de Reep influyeron en el Wimbledon y en técnicos como el seleccionador Graham Taylor y Charles Hughes, autor de «The Winning Formula» y otros textos y manuales de referencia en la Federación Inglesa. Aunque su relación con Hughes está acreditada, el alcance exacto de su influencia es controvertido, pero es innegable que en los ochenta sus ideas sirvieron para fundamentar un retorno a las raíces del fútbol inglés y su desprecio por la posesión. Fue considerado el pope cientifista de un fútbol primitivo y conservador resumible en la frase «no más de tres pases», la raíz perniciosa, el culpable intelectual de los fracasos ingleses. Con la nueva Premier y su apertura a los extranjeros, su influencia decayó aun más. Algunos sagaces analistas ingleses, en sintonía con el estilo futbolístico «progresista» y cosmopolita en boga, le consideraron la causa seminal del retraso futbolístico nacional.
Pero Reep no fue solo el ideólogo estadístico del juego directo. Aunque su influencia táctica sí fue abiertamente reconocida en el fútbol noruego, su dimensión auténtica está en su condición de pionero de la analítica en el futbol.
Desarrollo un sistema de anotación personal que usó durante décadas y aplicó un análisis del rendimiento futbolístico que le llevó a acercarse a la estadística. Fue el primer hombre de fútbol en publicar en la Royal Statistical Society, y dirigió su interés hacia la importancia de lo probabilístico. Usó técnicas de regresión para calcular la efectividad de un cierto estilo de juego, algo cruelmente ridiculizado por la presa inglesa en su momento. También se criticó su capacidad real para entender la estadística. Por ejemplo, sus datos demostraban que aproximadamente cada nueve tiros había un gol, de modo que cuantificando los tiros a puerta de los rivales los clasificó como equipos «con goles a crédito» o equipos «en descubierto». A unos el azar les debía goles, otros estaban en deuda, lo que guiaba sus recomendaciones técnicas.
Fuera más o menos refinado su conocimiento estadístico, Reep fue el pionero de una realidad actual: la métrica del fútbol, la notación y el análisis. Cuentan que cuando se entrevistaba con un entrenador para explicar sus métodos, la charla duraba cinco horas. Su pasión y convicción eran reconocidas.
Pero además de eso, de su estudio de la efectividad, hubo en él una predilección genuina por el fútbol veloz, puramente británico, un respetable anhelo relacionado quizás con una cierta integridad cultural. Como él dijo, «el juego de posesión está muy bien para los extranjeros de climas cálidos, pero es una elaboración inútil y, personalmente, una visión deprimente».