Mme. De Staël
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ganó el fútbol, es el resumen oficial que la propaganda hace del Clásico, mientras con el pie empuja debajo de la alfombra dos penaltis culés (uno, el de Lenglet, fue un homenaje, dentro del área, a la patada de Fernández a Amancio en Granada) y un gol de Bale anulado por fuera de juego de Mendy, aún no sabemos si por un labio o media nariz. Todo por la concordia, que es reparto, y el reparto (aunque sea de papeles), corrupción, dicho incluso por Ortega en su conferencia de la Comedia en el 14.
–¡Unión, amistad, concordia! –salmodian en Francia los profesionales del arte de presentar al público ilusiones por realidades (¡la ensoñaciones de don Luciano, el jurisperito!) en la inauguración del Directorio que venía a sustituir el Terror por la Corrupción (pacto entre el poder y las finanzas) como factor de gobierno, con la consiguiente desmoralización popular.
El Directorio francés son “cinco hombres escogidos por la ira” (Mme. De Staël) que se detestan cordialmente, sin nada en común más que su pertenencia al “patriciado del cadalso”, una “oligarquía de desesperados” sin término medio: o reinan o mueren.
–La Convención sacrificó al rey para cortarse toda retirada.
Fue su manera de quemar las naves. Quienes votaron la muerte del rey se saben “imperdonables” en una Restauración, y de ahí su defensa a ultranza de la situación. Es la hora, tan familiar a nuestra época, de Barras:
––La pobreza es una idiotez; la virtud, una torpeza; y todo principio, un simple expediente.
Lo que quedó de todo, lo recoge el primer romántico de Francia:
–De tantas reputaciones, de tantos acontecimientos, de tantas ruinas, sólo quedan tres hombres, cada uno de ellos unido a cada una de las tres grandes épocas revolucionarias: Mirabeau (¡el ídolo de nuestro Ortega!) para la aristocracia, Robespierre para la democracia y Bonaparte para el despotismo.
Pedro, Pablo y quién sabe si el Alvarito Palmares del helicóptero de Cuelgamuros. ¡El “patriciado del catafalco”!