Hughes
Abc
¿Cuándo hablaremos del gobierno? Mañana, del gobierno hablaremos mañana. El chiste inmortal de Tip y Coll ha sido actualizado en TVE, esa misma TVE de los golpes de pecho deontológicos y las lecciones de pluralidad:
-¿Cuándo hablaremos de los ERE?
-Ayer, de los ERE hablaremos ayer.
Ya han prescrito informativamente los ERE. La Gürtel duró más que «Dinastía» y las cremas de Cifuentes paralizaron el país, pero el mayor caso de corrupción conocido en España ha durado menos de una semana. Duró exactamente 24 horas, de las cuales bastantes se fueron en explicar que eso no era exactamente corrupción, sino una forma alternativa de extender la ayuda social. Robo, lo que se dice robo no, era... solidaridad heterodoxa, porque la solidaridad, bien entendida, empieza por uno mismo, por el vecino, la prima, el cuñado y los votantes que han de mantenerle a uno en el cargo muchos años, muchísimos años, todos los años.
El ya clásico «Mi hijo tiene dinero para asar una vaca» inventó para los ERE una nueva unidad de medida monetaria: el «asado de vaca», a la que podríamos sumar, desde una perspectiva institucional, el «Griñán»: unidad monetaria millonaria con significación social específica. ¿Cuántos hospitales, centros de acogida o ambulatorios caben en un «griñán»? ¡No veo a los piriodistas lacrimógenos haciendo números!
Fueron 680 millones de euros drenados en corruptelas y costumbrismo como para hacer 10 películas de cine español, 25 series de caciquismo putañero, muchos documentales con periodista de capucha y tantas portadas como las que merecieron los trajes de Camps. Ni siquiera tantas (169), porque ¡dónde va a dar cuatro trajes con 680 griñanes! La mitad, con la mitad bastaba.
Pero siendo grave este «mutismo hostil» del, llamémosle periodismo, más grave es que no haya una declaración pertinente de Pedro Sánchez, que llegó al poder con la sentencia de la Gürtel en la cabeza a modo de bicornio napoleónico para la «regeneración democrática» y (ojo) «rearmar moralmente el Estado».
Como diría Antonio Burgos en perfecto sevillano, aquí no passsa nada. Esta sentencia de los ERE, y la negación de la realidad nacional por parte del PSC, alfa y omega socialista, se tapan con la polémica de Ortega Smith y la indignación selectiva de una opinión pública controlada por resortes de monstruosa desfachatez.
-¿Cuándo hablaremos de los ERE?
-Ayer, de los ERE hablaremos ayer.
Ya han prescrito informativamente los ERE. La Gürtel duró más que «Dinastía» y las cremas de Cifuentes paralizaron el país, pero el mayor caso de corrupción conocido en España ha durado menos de una semana. Duró exactamente 24 horas, de las cuales bastantes se fueron en explicar que eso no era exactamente corrupción, sino una forma alternativa de extender la ayuda social. Robo, lo que se dice robo no, era... solidaridad heterodoxa, porque la solidaridad, bien entendida, empieza por uno mismo, por el vecino, la prima, el cuñado y los votantes que han de mantenerle a uno en el cargo muchos años, muchísimos años, todos los años.
El ya clásico «Mi hijo tiene dinero para asar una vaca» inventó para los ERE una nueva unidad de medida monetaria: el «asado de vaca», a la que podríamos sumar, desde una perspectiva institucional, el «Griñán»: unidad monetaria millonaria con significación social específica. ¿Cuántos hospitales, centros de acogida o ambulatorios caben en un «griñán»? ¡No veo a los piriodistas lacrimógenos haciendo números!
Fueron 680 millones de euros drenados en corruptelas y costumbrismo como para hacer 10 películas de cine español, 25 series de caciquismo putañero, muchos documentales con periodista de capucha y tantas portadas como las que merecieron los trajes de Camps. Ni siquiera tantas (169), porque ¡dónde va a dar cuatro trajes con 680 griñanes! La mitad, con la mitad bastaba.
Pero siendo grave este «mutismo hostil» del, llamémosle periodismo, más grave es que no haya una declaración pertinente de Pedro Sánchez, que llegó al poder con la sentencia de la Gürtel en la cabeza a modo de bicornio napoleónico para la «regeneración democrática» y (ojo) «rearmar moralmente el Estado».
Como diría Antonio Burgos en perfecto sevillano, aquí no passsa nada. Esta sentencia de los ERE, y la negación de la realidad nacional por parte del PSC, alfa y omega socialista, se tapan con la polémica de Ortega Smith y la indignación selectiva de una opinión pública controlada por resortes de monstruosa desfachatez.