Hughes
Abc
Este gráfico, visto al vuelo en Twitter, me pareció una cosa más reveladora que todas las palabras sobre la cuestión catalana. Son los matriculados en religión católica en toda España y muestra claramente que Cataluña, y también el País Vasco, están por debajo de la media española. Muy por debajo. El caso de Cataluña es especialmente llamativo.
Este gráfico, visto al vuelo en Twitter, me pareció una cosa más reveladora que todas las palabras sobre la cuestión catalana. Son los matriculados en religión católica en toda España y muestra claramente que Cataluña, y también el País Vasco, están por debajo de la media española. Muy por debajo. El caso de Cataluña es especialmente llamativo.
Hace unas semanas, Pujol se dejó ver en Montserrat para la misa-protesta dedicada a los presos. Recordé entonces la importancia de Pujol en la campaña de “volem bisbes catalans” de muchas décadas antes. El estado actual de la Iglesia en Cataluña se explica por un lejano trabajo del nacionalismo, y lo mismo pasa en el País Vasco (conocida es la influencia en el origen de ETA) Estos datos son de 2011, he de precisar, pero se mantienen. En 2014, Cataluña seguía teniendo los datos más bajos, solo comparables a Ceuta y Melilla.
Se dice pronto: que una región con tan fuerte presencia de la Iglesia durante su historia presente, en una variable tan importante como ésta, los datos de Ceuta y Melilla. Es algo escandaloso. Escandaloso porque revela el fracaso de la iglesia, el éxito del nacionalismo en permear esa institución (y la Universidad) mucho antes de la Transición y porque augura un futuro como mínimo problemático.
Las implicaciones ya no ideológicas, sino directamente cerebrales, neuronales, del triunfo de esta educación sin idea de Dios ni de los evangelios la vamos a ir comprobando en próximas décadas. Esto demuestra que Cataluña y el País Vasco, para desespañolizarse, se están desnaturalizando a sí mismas. Que el País Vasco y Cataluña, dos regiones con tan importante arraigo de la religión, tengan los datos de Ceuta y Melilla revela que algo profundísimo se ha producido allí. Algo que afecta, para empezar, a esas mismas regiones. A su más íntima naturaleza. A su raíz espiritual y cultural. En el proceso de dejar de ser españolas están dejando de ser ellas mismas. Sería fácil decir que han sustituido a una religión por otra, el nacionalismo, pero eso es evidente. Decir esto es casi burdo. ¿Para qué le vas a enseñar a los niños lo que era un profeta, si puedes serlo tú subido a una tele pública? ¿Para qué les vas a enseñar a los niños lo que era el Israel si puedes jugar a serlo tú en Mollerusa? Podrían descubrir algo. Quizás no tomarlo en serio. Pero más allá, un poco más allá, se advierte una pérdida de identidad, de ser, del sentido espiritual y cultural que es lo que, al fin y al cabo, está detrás de la elección de esa asignatura. Una simple aproximación cultural, histórica a la religión católica. Una querencia, un re-conocimiento
Pero, ¿qué es Cataluña y qué es el País Vasco sin España y sin la religión católica? Como diría aquella diva: ¿Pero qué broma es ésta? Catalanes y vascos tendrán un día que pararse a pensar en qué se van a convertir con tal de no ser españoles. Porque la resultante la llamarán Catalunya y Euskadi pero quizás tengan ya muy poco que ver con la tradición de estas regiones (o, si usted lo siente así, países, pongamos aquí el “país” plaiano).
Esto es extensible a toda España, pero parece mucho más acusado en Cataluña, lo que plantea una estimulante cuestión sobre las relaciones entre nacionalismo e izquierda. Es decir, la común necesidad de destruir la España católica que sale del franquismo, Estado y costumbres, ha procurado algo más que un coqueteo. El nacionalismo ha penetrado en todo, pero ¿era esta Cataluña en la que estaba pensando el pujolismo juvenil en sus primeros delirios de “construcción nacional”? Parece que en el objetivo común, los dos pierden más que ganan. Resuena aquí el concepto de victoria pírrica.
Termino insistiendo (perdone el lector que caritativamente hubiera llegado hasta aquí): en el proceso de no-ser-España, ¿cuánta Cataluna se está dejando Cataluña en el camino? Cuando se relaciona, quizás un poco a la ligera, el nacionalismo con el carlismo se debería partir de una traición íntima entre catalanes. Del Dios, Patria y Rey queda poco: Mmm, Patria y mmmm.
Esto es extensible a toda España, pero parece mucho más acusado en Cataluña, lo que plantea una estimulante cuestión sobre las relaciones entre nacionalismo e izquierda. Es decir, la común necesidad de destruir la España católica que sale del franquismo, Estado y costumbres, ha procurado algo más que un coqueteo. El nacionalismo ha penetrado en todo, pero ¿era esta Cataluña en la que estaba pensando el pujolismo juvenil en sus primeros delirios de “construcción nacional”? Parece que en el objetivo común, los dos pierden más que ganan. Resuena aquí el concepto de victoria pírrica.
Termino insistiendo (perdone el lector que caritativamente hubiera llegado hasta aquí): en el proceso de no-ser-España, ¿cuánta Cataluna se está dejando Cataluña en el camino? Cuando se relaciona, quizás un poco a la ligera, el nacionalismo con el carlismo se debería partir de una traición íntima entre catalanes. Del Dios, Patria y Rey queda poco: Mmm, Patria y mmmm.