Hughes
Abc
Una de las cosas que hemos visto estos días en Cataluña es la completa falta de respeto al principio de autoridad. Un agente de la autoridad ordena algo y no tiene efecto alguno. Al contrario. No hay ni un acto reflejo de “obediencia”. Parece haber en algunos una incomprensión absoluta de este tipo de relaciones.
Pero esto se ha superado. Nos guía en ello la frase “No odiamos a los españoles, odiamos al Estado”, otro disfraz, naif, paternalista y por supuesto falaz que adopta cierto nacionalismo. Esta frase es la que les dará cobertura moral a la hora de volcar una furia pocas veces vista contra los policías. No es sólo el evidente ejercicio de violencia, tolerada y orgullosa, es también lo que se lee y observa. Ayer, una exdiputada les llamó “perros”, con risas de una periodista instalada largo tiempo en TV3. También les lanzaron basura. Son asediados, insultados, hay alusiones racistas, estereotipos humillantes y a veces hasta un sádico disfrute de sus problemas. Esto se observa abiertamente. Ese “odio al Estado” que encuentran absolutamente justificado y el recuerdo mitificado de la “Batalla del 1-O” se están traduciendo en una progresiva deshumanización de los policías, considerados encarnación del fascismo y del extranjero-ocupante y no personas haciendo su trabajo (un trabajo ingrato: expresar una autoridad que no se reconoce). Ciertas personas sólo reparan en la dignidad del otro si se recuerda su condición de trabajador. Y son eso, trabajadores. Se habla constantemente de “delito de odio”, pero pocas expresiones de odio se han visto como ésta. Un odio además no disimulado y hasta razonado:
1) Odio al Estado
2) Ellos son el Estado
Conclusión…
La progresiva deshumanización de los policías que se advierte en algunos sectores de este movimiento es expresión de un lenguaje ya completamente incivil.