Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Una o dos bombas, anunció Zidane el fin de semana, y su crédito es tan grande fuera del piperío que un tuitero como de Cádiz (“con las bombas que tiran / los fanfarrones / se hacen las gaditanas /tirabuzones”) contestó:
–Tras pensarlo durante un rato, creo que las bombas de las que habla Zidane son: Keylor se queda, Lucas Vázquez capitán.
¿Y Pogba? Si hablamos de Paul (su hermano Matías es otra cosa), no vale lo que esas dos. La culerada peleando en El Sadar con un niño de 16 años que gana el salto a los centrales del Osasuna… ¡y el piperío sin bomba! La bomba: “La irradiación de mil soles en el cielo, el esplendor del máximo poder… Soy la muerte, que destruye a los mundos”, dijo Oppenheimer, director del Proyecto Manhattan, tras la prueba exitosa en el desierto de Nuevo México.
Como diría Gertrude Stein, “una bomba es una bomba es una bomba…” Cuando la tuvo, Truman se negó a compartir la tecnología con Gran Bretaña, que, como bien se ha quejado ahora Boris Johnson, había puesto gran parte del trabajo teórico previo sobre fisión nuclear. En el 45 los americanos deciden quién tiene derecho a bomba y quién no. En el 46, en la Onu, los comunistas españoles, a través del polaco Oscar Lange, tratan de cargarse a Franco acusándolo de fabricar bombas atómicas en Ocaña como quien fabrica rosquillas de la Tía Javiera en Fuenlabrada, lo cual pone en peligro la paz mundial. Pero en el 53 Franco firma el Tratado Bilateral que le garantiza el sillón sin necesidad de bomba.
El general Monzón (a quien debí algunos rebajes de fin de semana en mi mili en la Brunete que me permitían, los domingos, hacer en estas páginas las crónicas de fútbol de la Quinta del Buitre) tiene contado por ahí cómo en la Transición se fraguó un Plan Estratégico Conjunto a cargo del general Olivares Baqué que incluía, oh, justicia poética, el “Programa Islero” para dotar a España de arma nuclear, ¡la bomba!, ilusión que cortó Kissinger de raíz, y después España correría a firmar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
¿Necesitaba España la bomba? ¿La necesita el Madrid?
La necesidad crea la función, y la función, el órgano.
–La humanidad necesitaba, en el momento de la transición del feudalismo al absolutismo, la pólvora, e inmediatamente apareció –afirma Hegel, y Zidane es más hegeliano de lo que aparenta.
Con Cristiano y Messi, Madrid y Barcelona han sido los señores del fuego nuclear. Sin Cristiano, el Madrid lleva un año como el Barcelona del sábado en Pamplona sin Messi. La diferencia, a favor del Barcelona, es que en Pamplona, sin Messi, Valverde puso a Ansu Fati, de 16 años, mientras Zidane, sin Cristiano, se ha deshecho de los jóvenes como se deshacían los padres de los niños no deseados en las películas de Iquino, que los abandonaban en el torno de las monjas. ¿No está Messi? Pues juegas a ilusionarte con el niño Fati. ¿No está Cristiano? Pues ahí tienes a Lucas Vázquez.
La bomba atómica fue la culminación de la guerra que ahora Trump trata de superar con innovaciones tecnológicas desde el espacio. Zidane ni siquiera ha llegado al Carlos Martel que revoluciona la caballería con el estribo, pues le permite afirmar un arma de ataque a distancia, la lanza, contra la cimitarra del jinete con caballo árabe, veloz y ágil. Sus sistemas están más vistos que los de José Antonio Naya, y eso no se arregla con Pogba por toda bomba del “Proyecto Islero”. Paul Pogba, que siempre fue del Barça, podría ser una bomba entrando en el Madrid Central de Almeida-Villacís con su Rolls de Camilo José Cela, pero no desmontando líneas de presión de Simeone en el Paseo de la Castellana. Su hermano Matías pone el sentido común sobre la mesa:
–Somos profesionales y poco cuenta lo que pensáramos de pequeños Él se debe al equipo que mejores condiciones le ofrezca. Nuestra madre trabajó para que nosotros pudiésemos llegar a ser futbolistas y ahora somos nosotros los que lo hacemos para que ella sea feliz.
Lo de las pintadas de Manchester en contra ("Pogba Out") es lo de menos. También Brian se las hacía en Jerusalén a los romanos. ¡Y eran los romanos!
MESSI Y CRISTIANO
La impresión más poderosa del sorteo de Champions fue la de las caras de estupor de Messi y Cristiano ante la aparición de Cantona en figura como de arzobispo Makarios para anunciar que vienen guerras, pero que a él lo que le gusta es el fútbol. “¿Y si acabáramos así nosotros?”, decían esas caras, que eran como la cara de Francisco de Borja al abrir el ataúd de Isabel de Portugal (“juro también no más servir a señor que se me pueda morir”…) ¡Y con Cantona no se podrá echar la culpa a la noche de Madrid! Pero la posibilidad de ver un día a Messi y a Cristiano recorriendo las calles gritando “¡”Arrepentíos!” como el predicador de Deadwood está ahí, en la cara de Cantona, quien, en cualquier caso, se nos hace más fiable que la de Raúl enseñando valores –eso dice Valdano– en el Castilla.