jueves, 25 de julio de 2019

Risillas

Taza del Gato Risón


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

No se me trespinta la risilla de Marlaska en el Banco Azul (la famosa separación de poderes consiste aquí en que el ejecutivo tiene escaño azul, y el legislativo, rojo).
Marlaska es ministro de la porra del sanchipancismo, y a los narcisismos de la oposición pidiendo su cese respondía él como recomendaba Unamuno, “con la terrible risa de Cervantes”, reducida en el ministro a risilla tonta de quien, en lo peor del calor de julio, se ha metido al cinto un cocido de Malacatín y comienza a dar síntomas de arrepentimiento.

¿De qué se reía Marlaska? A su jefe, de quien depende su nuevo y grande estilo de vida, le estaban dando más que a una estera, y en su negociado, que es la policía, la canícula madrileña dejaba a esas horas el muerto "pedevesano" que quiso escapar al juez Pedraz, famoso por un auto sobre “humor negro”. 

Al parecer, el muerto, que tenía terminantemente prohibido salir de España, iba a tomar tranquilamente un vuelo en Barajas, pero la policía americana, que es así, dio el queo y hubo de quedarse en tierra. ¡Otro marrón de Trump! Ese muerto estaba en lo de Morodo, uno de los dos leones del tiernismo (el otro era Bono), que tuvo su cuarto de hora de gloria cuando Suárez, amigo y vecino de bloque vecinal, lo elevó a Contacto con la Oposición Democrática, cosa que no sé si sale en las rosquillas chinas de la Prego, la tía Javiera de la Transición ¿A qué venía, pues, la risilla de Marlaska?

No escucho ninguna risa entre los ricos que no sea forzada y nerviosa –anota Santayana, quien ve en ello la nata misma de la vida liberal.

Marlaska es “rico” (en el sentido en que Calvo es “bonita”), mas su risilla cuando lo reprueban en el Parlamento no es liberal. Tampoco es el lado juvenil inocente del arrepentimiento y la desilusión, como el propio Santayana llegó a entenderla en su vejez. Su risilla es… pánfila:

Comúnmente llamamos Pánfilo un mozo de buen talle pero pasmado y que sabe poco –dice el Cobarruvias.

En esa risilla hay lo que la chusma supersticiosa llama maldad.