sábado, 3 de noviembre de 2018

Masones

Edmund Burke


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Dejábamos ayer discurriendo de la muerte a Santayana, un español sorprendido de que hubiera tantos hegelianos, y en lugares tan influyentes, en Inglaterra, igual que a nosotros nos sorprende que haya tantos masones (que se dice que lo son) en España.
    
Viendo que Fulanito, de puro tonto, no sería capaz de llegar al cargo que ocupa sin la ayuda de una fuerza misteriosa, tuvo Fernández Flórez la desconfianza gallega de estudiar la masonería, y concluyó que la masonería no era sino la explicación popular para tanto encumbramiento inesperado.
    
Pero yo –aclara– tengo mis dudas: si no es la masonería la que recluta tontos, sino los tontos los que se alistan en la masonería, ¿cómo alcanza ésta a ser una sociedad poderosa, capaz de torcer el destino de los pueblos?
    
Me dicen que la masonería está detrás de los nuevos liberales y de los nuevos republicanos.
    
Le confieso que soy republicano –arrancaba un ser de luz su entrevista a Peñafiel, el Edmund Burke español–. Tiene una hora para convencerme de que me haga monárquico.
    
Y el Burke, por si acaso, se puso el burka: en vez de leerle a la criatura el punto sexto del artículo primero de la Ley de Defensa de la República (en España con la Monarquía decir que eres republicano es una gilipollez, pero con la República decir que eres monárquico es un delito) le contestó que la monarquía no tiene razón de ser, cosa que dejaría ojiplático a un hegeliano inglés.
    
En cuanto a los nuevos liberales, unos están por un “Estado profundo” que nos gobierne, y otros, por una “democracia regulada” (lo que el franquismo llamaba “democracia gobernada”). Todos ellos viven del cuento, y lo que es peor (por lo que nos toca), del Estado. Su modelo, pero no lo saben, es Ramiro Ledesma. Más que masones, los nuevos liberales son los viejos fachas, que tampoco lo saben. Y dicen “soy liberal” como en la cena de Nochebuena los yernos decían “soy agnóstico”, cuando decir “soy ateo” les sonaba a pecado, y de los gordos.

    Comamos y vivamos.