lunes, 10 de septiembre de 2018

Fútbol de andamio

José Gutiérrez Solana



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El fútbol, hoy, es un juego de andamio, como los piropos de los albañiles y los galápagos de Gutiérrez Solana, como sabemos por Neville, que en Madrid, y a pesar de su carné de falangista, da nombre ahora a la calle del general Moscardó, con arreglo a la vara municipal de la venerable Carmena, doctora Asland de la memoria histórica en virtud de la cual por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas.
    
Una noche que salían de Pombo (en Pombo no entraron jamás ni las cañas ni los ajos ni las gambas –las gambas representaban el modernismo, lo tránsfuga y lo pueril, el bar–), Neville, Gómez de la Serna y Solana, éste, al llegar a unos andamios, se salió al medio de la calle. “¿Es usted supersticioso, don José?”, preguntó Ramón. “No, es que de los andamios le caen a uno galápagos”, contestó Solana, que no hablaba nunca en primera persona.

    –O estudias, o al andamio –era la amenaza de las madres antiguas a sus hijos pequeños, que preferían jugar al fútbol a sacarse el Bachiller.

    –O el andamio, o a estudiar –es la amenaza de las madres modernas a sus hijos pequeños, que prefieren estudiar un truño de Santos Juliá a entrenar el saque de banda bajo el andamio dispensador de perspectivas.

    Luis Enrique es el Brunelleschi del fútbol de andamio, acreditado en Vigo, en Roma, en Barcelona, y ahora, en el Combinado Autonómico, con debut victorioso en Londres ante una Inglaterra que sólo es el chaleco de sastre de Southgate, o sea, un desastre, perfectamente contrarrestado por el ojo de águila de Luis Enrique, a quien, sin embargo, enfocaban no en el andamio, sino en cuclillas (“squatting”, si lo hiciera Southgate), que es una postura taleguera, dicen que de pasarse las horas muertas en el patio. ¿Qué quería ver Luis Enrique a ras de césped? Los tobillos de Isco, seguramente, que tienen su intríngulis, vistos desde arriba. ¿Cómo descubrió Donatello los movimientos de las patas del caballo para su Gattamelata? Fijándose, como hace Luis Enrique con los tobillos de Isco, por cierto, el único trabajador del fútbol, después de Mourinho, que ha plantado cara al psiconovelista del periódico global, lo cual acabará pasándole factura en la cuenta de los regates.

    Si será importante el andamio (la perspectiva), que el Madrid, que tuvo a Zidane sin andamio (con lo bien que le hubiera venido para justificar sus cambios de sistema para no poner a Ceballos), va a techar el Bernabéu a una altura de sesenta metros, desde cuya cornisa Lopetegui, que también tenía andamio en Oporto, dispondrá de la mejor perspectiva del mundo para combinar tres cuerpos de ejército en Fráncfort con dos cuerpos de ejército en Colonia, que es lo que hacía Napoleón en los palcos de la ópera. ¿No es, después de todo, la ópera (Cano, Domingo) el ideal estético del piperío del Bernabéu? En cuanto al nuevo Bernabéu, con ese aire castizo de huevo estrellado de los de Lucio, su único ideal estético debe de ser la hipoteca. Y el que venga detrás, que arree.
    
Detrás viene el Liverpool de Kloop, que da nombre a la Orejona número 13 y que se las echa de emprendedor por contratar a un paisano de Gravesen para entrenar el saque de banda, Thomas Gronnemark, en posesión del récord mundial de lanzamiento de banda con 51,33 metros. Estamos en 2018, cuando Benito Floro puso escuela de saque de banda en el Madrid en el 92, y todo lo que necesitó fue un limón que chupaba Butragueño sin poner cara de Fary. Pero Floro era tan modesto que Mendoza, cuando abrió la puerta de su casa y lo tuvo delante porque venía a firmar el contrato recomendado por García, pensó: “Éste me pide un autógrafo”. Floro sostenía que más de la mitad de los goles tienen su origen en el saque de banda, y que quien domine el saque de banda dominará los partidos, siempre que los partidos se puedan disputar, porque en el aire está ahora, por ejemplo, el derbi madrileño a causa de la huelga de futbolistas en defensa de Isaac Cuenca, el jugador que inspiró a Guardiola uno de sus pensamientos más excelsos:

    –Isaac Cuenca no gustará mucho a las chicas, pero en su sitio lo hace que te cagas.
    
A Cuenca, personaje increíble, no le dejan inscribirse porque las autoridades no se creen su sueldo.

    Como nos pasa a todos con el nuestro.


 Isaac Cuenca

LA DESDÉMONA MAYOR

    Desdémonas, por su propensión al desmayo, es como el “Wall Street Journal” bautizó a los futbolistas del Barcelona el 3 de Mayo de 2011. Eran los días dorados de Alves, Busquets, Iniesta… Hasta que llegó Neymar, que lo tuvo todo a favor para erigirse en la Desdémona Mayor del Reino. Por caerse en su carrera la mitad de las veces que Neymar se caía en un partido, al motero Carlos Cardús dejaron de llamarle Tiriti para llamarle Bayeta. Ahora, en el partido Estado Unidos-Brasil, el defensa gringo Yedlin, que juega en el Newcastle, al ser sancionado con una falta a Neymar, tuvo la genialidad de dirigirse al árbitro con la pregunta que gira como un hámster en la cabeza de todos los espectadores de Brasil en Rusia’18: “¿Usted vio el Mundial?”