William Munny
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Trump justificó su andanada de “tomahawks” en Siria con una foto de niños. Lo acompañó de fallera Macron, que no tiene hijos (ni bombas, claro), pero ya se sabe, porque lo dijo en el Golfo el general Schwartzkopf, que “ir a la guerra sin Francia es como salir a cazar ciervos sin tu acordeón”.
Francia siempre será una monarquía de paisano, y Macron, un Capeto subido a un palé. Lo decía el marido de María Guerrero, Fernando Díaz de Mendoza, conde de Balazote (el pueblo de la “biche”):
–Yo para todos soy don Fernando. Si algún criado me dijera “señor conde”, no le contestaría: pareceríame que se dirigía a otro. Sólo viajando por Francia uso mis títulos, porque, siendo un país democrático, se paga mucho de la nobleza, y en las mismas condiciones atienden a uno más.
Pero quien resumió mejor la movida siria (sirios con rusos e iranios, americanos con kurdos y turcos, turcos contra kurdos y sirios, yihadistas contra sirios y rusos) fue Rajoy, que para dar su apoyo cultural a la cohetería trumpiana dijo:
–Los ataques contra mujeres y niños no pueden quedar sin respuesta.
De vengar a los niños ya se encargó el Tío Sam. Pero ¿y las mujeres de Rajoy? Al atentar contra su propia doctrina igualitarista, el marianismo incurre en machismo, si bien se trataría de un machismo socialdemócrata, explicado en su día por Canetti:
–La suma total de sensibilidad ha aumentado de modo considerable… En el mundo actual, sería más difícil condenar públicamente a la hoguera a un único hombre que desencadenar una guerra mundial.
Y el filósofo Sloterdijk nos recuerda que una ley sentimental de la Modernidad, la que prescribe preservar el espacio público de los actos manifiestos de crueldad, llevó a la instalación de la cámara de gas de Nevada, convirtiéndose en el lugar de culto del humanismo pragmático.
Desde luego, emociona ver a Rajoy transformarse en William Munny ante cualquier indefensión de “mujeres y niños”. ¡De la que se ha librado Cifuentes, con no ser hombre!