Robot-lobo japonés
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Los japoneses han creado un terrorífico robot-lobo para defender a sus agricultores de los jabalíes. Pero… ¡menos lobos con la tecnología! Esta idea se basa en lo que Pemán llamaba “la sabiduría del perro que ladra”:
–La gran sabiduría cortijera defiende su propiedad y su derecho amarrando a los perros para que no muerdan, pero dejándoles que ladren con un magnífico e ingenuo furor.
Sabiduría que se basa, a su vez, en el “Cave canem” de los mosaicos pompeyanos, forma geométrica del Derecho romano, que es defensa de la intimidad.
En la más ejemplar (para Ullán) de sus doce novelas ejemplares, Cervantes hace hablar a dos perros, Berganza y Cipión, que hablan como tertulianos, “con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella”, víctimas, los pobres, de un antiguo hechizo de la Circe de España, Camacha de Montilla, que “con la barriga, que era de badana, se cubría las partes deshonestas y aun le colgaba hasta la mitad de los muslos”, y en cuyos ungüentos mágicos confiamos para encontrar una salida para la crisis de España, pues puede transformar a los hombres en perros y también en asnos (“como fue el caso de un sacristán al que montó durante seis años”).
–Compararme con un perro está mal –contestó el otro día Guardiola, el Bolívar de Sampedor, al apoderado de Ibrahimovic–. Hay que respetar más a los perros.
En el paripé Rajoy-Merkel por Puigdemont, acogido a sagrado en Alemania, vuelve a ponerse en juego el concepto del “dog fight” introducido por Sir John Fischer Williams en la doctrina del Derecho internacional.
La esquizofrenia es la salsa de nuestras relaciones con Alemania, comenzando por el famoso retrato del emperador Carlos (¡Carlos I de España y V de Alemania!) con su perro. ¿Quién lo pintó primero, Seisenegger o Tiziano? ¿Qué perro (perra) hay, alano español o galgo irlandés?