Los descamisados risones de Yue Minjun
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Juncker, el presidente de la Comisión Europea (¿cuántos europeos han votado a Juncker?), erigirá una estatua de Marx en Tréveris, al cumplirse los doscientos años del padre del “socialismo científico” y sus cien millones de muertos.
No una estatua de San Gregorio VII, por la cosa de la unidad europea. Tampoco una estatua de Santo Tomás, cuya “Summa Theologica”, nos dice el viejo Schumpeter, es para la historia del pensamiento lo que la aguja suroeste de la catedral de Chartres es para la historia de la arquitectura.
Una estatua de Marx pagada por los chinos, es lo que quiere Juncker, quizás para tener con quién hablar al salir del pub.
Para castigar a Trump, que ha pasado las facturas de defensa atrasadas al cobro, la Unión Europea, ese IV Reich de frau Merkel, escogió a Xi Jinping como “líder del mundo libre”, y la jefa de su diplomacia, Federica Mogherini, es una “groupie” de Raúl Castro, el “marxista científico” que pastorea al medio millón de vagos del partido comunista cubano que chupan, España mediante, la sangre de Venezuela.
Si el socialismo es ciencia, entonces es infalible, y siendo infalible puede atribuirse el derecho a la violencia. Esa ciencia consiste en leyes motrices de la historia por las cuales una dictadura del proletariado hará innecesario el Estado y, con todo cubierto, viviremos “cazando por la mañana (se ve que Pablemos, que quiere prohibir la caza, tampoco ha leído “La ideología alemana”), pescando por la tarde”.
–La maquinaria funciona con piloto automático –dice Scruton siguiendo a Havel–, algo no logrado por los jacobinos ni los nazis, pero sí por los comunistas. Hemos aprendido a “vivir en el interior de la mentira”.
¿Qué Marx elegirá el chisposo Juncker? ¿Un Marx flotante, muy Louis Vouiton, de Wang Zhan? ¿Un Marx hueco en un traje de Mao de Sui Jianguo? ¿Un Marx de hueso cabalgando el mosquito gigante de Shaomin Shen? ¿O un Marx risón (“realismo cínico”) como los descamisados de Vancouver de Yue Minjun?