Florida estaba la rosa,
a la que el viento movía los pétalos.
Caminemos y veremos
a Dios hecho ya mortal.
¿Qué diremos, qué cantaremos
al que nos libró del mal,
y al alma de estar cautiva?.
¡Viva, viva, viva!, ¡Viva!
Canta tú, y yo responderé:
“San Sabeya, gugurumbé,
alangandanga, gugurumbé”.
Mantenga, señor Joan Branca,
mantenga vuestra merced.
¿Sabe cómo ha nacido,
allá en Belén
un niño muy querido?.
¡Está muy bien!.
Vamos a ver su nacimiento,
Dios en el pesebre echado está.
Está contento. Vamos para allá.
¡Su!, venga que ya verá,
¡Bonito, bonito!,
su camisoncito remendado;
¡Bello, bello!,
su sanito cuello rosado,
¡Está hermoso, está hermoso!,
su carita sonriente ya verá.
Alangandanga gugurumbé.
San Sabeya, gugurumbé,
alangandanga, gugurumbé, gurum-gurumbé …
¡Aleluya, aleluya, aleluya!