martes, 19 de diciembre de 2017

Martes, 19 de Diciembre


Curro Romero realizó la mejor faena de su vida. Cuando se perfilaba para matar, la afición granadina ya le había otorgado las dos orejas y el rabo simbólicamente. Estaban dispuestos a dárselos como fuera. Por eso no les importó la inconcebible y feísima puñalada que coronó tan estupenda faena. El presidente no debió otorgar trofeos. Primero, porque con un bajonazo se queda descalificado en buena lógica taurómaca. Y segundo, porque lo de Curro no podía tener el mismo premio que una faena normal.
Vicente Zabala Portolés