Allá donde nace el Duero
Cantina de mi pueblo
El Numancia del Raúl chiquito junto al bando
Francisco Javier Gómez Izquierdo
A ustedes les parecerá ocurrencia de majareta, pero les aseguro que así como el símbolo futbolístico del independentismo catalán es el Barça, el Numancia lo es de la Pelendonia, territorio que comprende lo que los bachilleres antiguos conocemos como Sierra de la Demanda. En realidad el territorio va desde Salas de los Infantes hasta Ágreda en el límite de Soria con Zaragoza. Plinio, ese geógrafo del que se echa mano para darse importancia, coloca a los irreductibles pelendones en Covarrubias, Quintanar y sobre todo Numancia –hoy Garray-.
Uno, harto de “la matraca” catalana, siempre ha sacado a pasear la mayor antigüedad de mis gloriosos antepasados, de los pobladores de nuestra Sierra y lo orgulloso que estoy de mi nación pelendona. El caso es que nadie me toma en serio y aquí en las Andalucías hasta piensan que me pongo apodos malsonantes como si fuera tonto. He estado en fiestas folklóricas con paisanos disfrazados de hombres primitivos que danzaban alrededor del fuego en un escenario en el que ondeaba una sábana blanca en la que ponía Pelendonia. Visto lo visto, todo es ponerse y exigir derechos pisoteados durante siglos, porque no me negarán ustedes que no hay pueblos de España más conformistas y pisoteados que los de Castilla. Sobre todo los de Soria, Burgos y Palencia. Mi pueblo queda a mitad camino entre Burgos y Soria y en el bar además de posters de pelotaris en las paredes suelen renovar el equipo del Numancia, pero la plantilla de aquélla Copa ante el Barça siempre está allí. En un marco con cristal y todo.
Hoy visitaba El Arcángel el equipo de mi nación y les prometo que a pesar de tenerlo en gran estima mis deseos eran contrarios a sus intereses. El Numancia es equipo serio y formal y no creo que pase apuros a final de Liga, pero tampoco tiene mimbres para aspirar al ascenso, aunque en Segunda, cualquiera puede ser candidato a todo. Faltaba Julio Álvarez lesionado y el eterno Unai Medina, pero los gemelos Valcárcel -Pablo el 20, jugará en Primera- se han adueñado de la banda izquierda de una manera que nos han puesto a temblar desde el primer minuto. Pablo Valcárcel se ha sacado de la bota un contraataque de medio con clase y le ha regalado al siempre fiable Manu del Moral uno de esos cheques al portador que los jugadores inteligentes nunca desaprovechan. 0-1. El entrenador del Córdoba tiene ordenado al equipo, pero la falta de calidad de los centrales y la caraja de Pinillos son muy difíceles de corregir, aunque en ello está. Me extraña la suplencia de Javi Lara y la insistencia de los dos delanteros en ése 4-4-2 de manual, pero el que mejor sabe lo que conviene es él y en él confiamos. El Córdoba ha dado dos postes, el de Guardiola debió ser gol, ha maniobrado con más aplicación e intensidad que acierto pero no ha sido peor que el Numancia. El empate ha venido de un penalty claro por una traba del talentoso Pere Milla a Aguza que ha transformado el desesperante, para un servidor, Jona, y el partido parecía que iba a caer en nuestro saco, pero no. Celebro que nos parezcamos al resto de los equipos, pero en el fondo siento que nos falta mucho y que sólo podemos exigir intensidad, aplicación y correr como endemoniados. Más no tenemos. Si lo hacen como hoy, nada podemos reprochar.