El año pasado ante el muro de Berlín
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Antier, la justicia metió preso a un separado que llamó por teléfono a su ex-suegra a la que suponía un gran corazón para poder hablar con su hijo de 8 años. Enterada la ex-mujer de tamaño atrevimiento se presentó en el juzgado y denunció al desgraciado por romper una orden de alejamiento. Al atribulado padre le esperan nueve meses a pulso. Sin beneficios penitenciarios. En el recuento de este mediodía, llorando como una Magdalena lamentaba su suerte comparándola con los delincuentes sediciosos de Cataluña "¿Y lo de esa gente no es más grave que lo mío?" Uno, que tiene vistas todo tipo de fechorías, cree en su humilde opinión, que la encarcelación de la plana mayor de la Generalidad es no un mandato, sino un deber constitucional.