Ayer mañana
Razas y palcos
La puerta nueva ("¿de las Cofradías?") por donde entrarán a la Mezquita
todas las Hermandades
La puerta desde dentro de la Mezquita
En primer término la puerta del Perdón por la que accederán los pasos a la Mezquita
Al fondo la de las Palmas, por donde saldrán
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Me ha picado la curiosidad y me he acercado estos días a la Judería a ver cómo se organizaba el cambio de ruta de las procesiones de la Semana Santa cordobesa. No tengo claro que la mudanza en el recorrido de la Carrera Oficial sea un acierto, dicho sea con el debido respeto y tómese como opinión de advenedizo castellano observador desde las aceras y que no está en la idiosincrasia de las Hermandades.
La primera impresión es de agobio y me da la sensación de que si, sobre todo el Domingo de Ramos, el Jueves Santo o el Viernes Santo, madrugas para entrar en el Patio de los Naranjos o encajas en la calle Torrijos, va a ser casi imposible salir hasta que no salga el último nazareno de la Mezquita.
Conté antier que las Cofradías y el Cabildo de la Catedral tienen por fin permiso de la Junta, tras una decena de años bombardeados con vicisitudes administrativas, para abrir una de las arcadas con celosía de la Mezquita y hacer estación de penitencia en uno de los sagrados lugares más extraordinarios del mundo civilizado. El plácet ha sido recibido con un alborozo sólo entendible entre los que viven y sienten como Hermanos, pues todos ellos esperaban procesionar algún día bajo los arcos de la Mezquita. No queda más que respetar el sueño de los que mantienen tradiciones que traen a Córdoba multitudes y dinero, pero creo que la novedad va a ser incómoda para turistas y vecinos.
El visitante de estos días que acuda a la llamada de los pasos hará bien en procurarse un cuadernillo del recorrido de cada Hermandad. Acertará buscando las imágenes en calles anteriores y posteriores a las de la carrera oficial, y como todos estos años, empezará por ejemplo con la salida del Rescatao, en la plaza Padres de Gracia a las cuatro de la tarde. A las cinco esperará a la Esperanza en la Magdalena. A las cinco y media, sin prisas, estará en la calle Lucano para ver las Penas de Santiago. Un paseo harto agradable entre callejas hasta la Corredera y allí admirar el Huerto alrededor de las siete. Sobra tiempo para bajar hasta el puente romano y desde la orilla del Guadalquivir ver cómo la Cruz de Guía del Amor pide permiso de entrada a la Carrera Oficial en el Arco de Triunfo. Con este sencillo itinerario, el visitante habrá visto las cinco procesiones del Domingo de Ramos. El mismo criterio ha de seguir para el resto de la semana. Eso sí, si busca saeteros, acuda a los templos de recogida; si rincones que se dicen emblemáticos, no pregunte a los taberneros y aguarde la noche en Cardenal González; si cruces de callejas, compre un asiento en el palco que hace esquina en la puerta del Perdón o en los que han colocado dentro del patio de los naranjos. ¡Ah!, y la Caridad con los legionarios el jueves, coja sitio a partir de las tres -sale a las cinco- en San Francisco. Dentro del Compás.
¡Mira que hay “gente” estos días en la Mezquita! Sobre todo japoneses y bachilleres franceses e italianos que guiados como río por el puente romano rompen filas en humano delta al pisar la Judería convirtiendo sus callejuelas en una bulla que no cesa en toda la primavera.
Me agrada mucho contemplar el reconocimiento ajeno de las visitas por la mañana, pero les soy sincero si confieso que me preocupan lo suyo las muchedumbres en los atardeceres de la semana que viene.