viernes, 31 de marzo de 2017

El liguero



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Hoy, con Chapote (o Perrechico) suelto, habría que hablar de la derrota de Eta y el triunfo de “la democracia que con tanto trabajo nos dimos todos”, pero ¿para qué?

Acaba de pasar por España Martin Baron, el Don Suave de Bezos en el “Washington Post” (diario que en el 87 decía que “la justicia saudí nos parece cruel, pero funciona”), a decirnos que “la prensa es el sostén de la democracia” (?).

Más bien el liguero –dijo Hughes, cuando lo oyó.

Ahora, un periódico británico está en la picota por presentar en portada el encuentro de Theresa la inglesa con Nicola la escocesa como un duelo de piernas. Si todavía existe el premio de las medias que en los 80 concedía Berlanga (era medio kilo, que son tres mil euros, y se presentaban todos los columnistas de España, antes de que el umbralismo acabara con el género), el director del “Daily Mail” tiene todas las papeletas.

Para mí fue muy difícil concentrarme mientras conversaba con Condoleezaa Rice –confesó famosamente Ariel Sharón–. Sus piernas son demasiado bonitas.
En cuestión de piernas, los británicos son más modestos, y más modestos que los británicos, los españoles, pues mientras ellos calibraban en la portada del periódico las piernas de sus gobernantas, nosotros calibrábamos en el Congreso las carreras (académicas, no “mediáticas”, pues “tener una carrera en la media” hoy sólo se dice de Casemiro) de Irene Montero y María Soraya, que una vez estiró turbadoramente la pierna en la prensa y le salió un Felines o Potele en el fisio más que una Anne Bancroft (Sra. Robinson) en “El graduado”.
Cuando usted estaba en infantil, yo estaba en primero de carrera –dijo María Soraya a la Montero.

Era “la seño” regañando a su becaria televisiva, pero yo me vine arriba pensando que iría más allá, presentándose como Clara Campoamor presenta a Concepción Arenal, “toda autoridad, dignidad y medida”, quien para estudiar Derecho en Madrid se vestía como George Sand para ir al café. De chicazo.



Viernes, 31 de Marzo

Valle de Esteban

No quiero que gustéis a los hombres, sino que gustéis a Dios, como en realidad le gustáis.
San Ignacio de Antioquía

jueves, 30 de marzo de 2017

Recuerdo de Chicago

@GarySinise
   2000 - Photo shoot with an acting hero, #GeneHackman, in Chicago. #ThrowbackThursday

Guerra civil



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Al borde de la guerra civil, lo que impresiona, según Tocqueville, es el desarrollo del pensamiento y el acento de las palabras, más que su valor.
“Guerra” es una lucha armada entre unidades políticas organizadas, y “guerra civil” es una lucha armada en el seno de una unidad organizada.

Es la lógica schmittiana.

The civil war is here –dice Daniel Greenfield, periodista ajeno a los acordeones del establishment, natural de Israel y vecino de Nueva York, para resumir el espectáculo político americano.

En América, según Greenfield, la izquierda ya no tiene lealtad al sistema; no acepta otras leyes que las suyas; no es leal a la Constitución, sino a su catón, y rechaza la autoridad que no controla: la judicial, si le es adversa; la legislativa, si es de mayoría republicana... Tras perder el Congreso, se consolidó en la Casa Blanca (intentó, con Obama, eliminar los controles al poder ejecutivo); tras perder la Casa Blanca, se refugió en jueces federales y funcionarios no elegidos. Ahora desafía un resultado electoral usando una coalición de burócratas, corporaciones, funcionarios, celebridades y reporteros, construyendo ciudades y estados “santuarios” para jugar a la secesión, aunque no busca separarse, sino gobernar.

Hay dos gobiernos: el legal y un anti-gobierno, traidor, de la izquierda. Si el conflicto progresa, se pedirá a todos los funcionarios lealtad a dos gobiernos en competencia. Y eso es una guerra civil.
La izquierda espera que todos acepten su autoridad ideológica. La derecha espera que se acepte la autoridad constitucional. El conflicto es político y cultural: se lucha dentro del gobierno y en los medios de comunicación, y si ninguna de las partes retrocede, el conflicto, pillado entre dos órdenes contradictorias, irá más allá de las palabras.
Es un conflicto primario entre un sistema totalitario y un sistema democrático: la vieja traición de los años sesenta llega a la mayoría de edad. Ha comenzado una guerra civil.

Urbanismo a la tarta


Plaza de Canalejas
Mantenemos la fachada... y nos regalamos un ático

Jueves, 30 de Marzo

Valle de Esteban

La cabeza puede ser engendrada sin los miembros.
San Ignacio de Antioquía

miércoles, 29 de marzo de 2017

La puerta de la Mezquita

 La nueva puerta de la Mezquita

 Las cuatro arcadas a la diestra de la puerta de las Palmas

  Instalación de palcos para la Semana Santa en las arcadas
 a la siniestra de la puerta de las Palmas

Francisco Javier Gómez Izquierdo

           Llevan no sé cuántos años liados con la puerta de la Mezquita y por fin la van a abrir. El asunto no crean que tiene mayor dificultad de comprensión. Es así de sencillo: las cofradías cordobesas ( lo que significa mucha gente y, dependiendo del follón, muchos votos) solicitaron al cabildo catedralicio la apertura de una de las cuatro puertas que cierran las cuatro arcadas  de la Mezquita que dan al Patio de los Naranjos para agilizar las procesiones de Semana Santa, pues la entrada y salida de los pasos que hacían estación de penitencia en el templo lo hacían todos por la puerta de Las Palmas. La aspiración de todas las cofradías era procesionar por dentro de la Mezquita. Al Cabildo catedralicio le pareció bien y solicitó a la Junta de Andalucía que autorizara la conversión de una de las cuatro celosías macizas, de cedro y de dos toneladas de peso, en abatible para facilitar el paso de las hermandades. Nada fuera de lugar, ni atentatorio contra la grandiosidad y conservación del monumento. Al hacer posible la pretensión se conseguía que la carrera oficial dejara Claudio Marcelo y las Tendillas para colocarse en los aledaños de la Mezquita, su lugar natural, y todas las cofradías  recorrieran solemnemente el sagrado bosque de columnas que lleva siglos distinguiendo a la ciudad de Córdoba.

          En un asunto que debía haberse resuelto en menos de un año entraron los políticos de la cultura con nóminas de la Junta y para presumir de sabiduría ornamental soltaron sandez tras sandez. Tuvo que intervenir la Unesco y todo quisqui internacional viviente porque así lo exigieron los que desprecian el mundo cofrade con la boca chica en Andalucía y que tan a huevo lo tienen  para prohibir la salida a las calles, su competencia, de los pasos en Semana Santa. “Se os va a acabar el sacar los palos a la calle”, decían los de Ganamos a la puerta de María Auxiliadora cuando les hicieron concejales.

       Además de los obstáculos de la estulticia política, no para de dar guerra el hijo del arquitecto que en 1975 colocó las celosías. Rafael de la Hoz hijo dice que en 1970, cuando era niño vio cómo Rafael de la Hoz padre dibujaba las puertas y que lo hizo con la intención que a él le confesó de “ que no las  quitaran nunca”. Rafael de la Hoz padre colocó las eternas puertas en 1975 y dicen que las pagó el Estado. O sea, Franco. Rafael de la Hoz hijo dice que “la imitación que se plantea  no es más que bisutería y eso la Mezquita no lo puede tolerar”. Vamos, que en la polémica de la Mezquita ya no se discute la titularidad: que si de la Iglesia, del Ayuntamiento, de los cordobeses ó de la humanidad. La Mezquita, conforme entiende Rafael de la Hoz hijo, es de la familia De la Hoz.
     
Con todos los papeles en regla -la firma de Rafael de la Hoz padre no aparece en la obra de 1975- se abre la puerta en la que el primer lunes de este marzo empezaron las obras.  En esta Semana Santa del 17  por fin, conforme al sentir de la Córdoba cofrade, la carrera oficial discurrirá a la vera del Guadalquivir, lo que no quita para que  todas las hermandades sean un manojo de nervios ante tan gran novedad.

     Los de Ganemos, conforme a su naturaleza, manifiestan su preocupación ante la toxicidad que supone para la Mezquita tanto nazareno como va a invadir esos días un edificio “que es de todos”.  

Menos de los nazarenos, claro está. 

Belleza, grandeza y ética sobre una foto de Andrew Moore

La gran foto de Andrew Moore

EL TOREO ES GRANDEZA

(Sobre una foto "crística" de Andrew Moore)

Jean Palette-Cazajus

La foto de Andrew Moore que muestra las cuadrillas arropando a Pablo Aguado, el joven novillero arrollado por el toro el pasado domingo día 26 de marzo, en Las Ventas, ha sido muy comentada y compartida en las llamadas redes sociales.

Para mí que es una de las mejores fotos taurinas de la historia. Su construcción clásica, piramidal, el hieratismo de los personajes como congelados en el tiempo, incluso la sutilísima gama manierista de los colores, todo me recuerda irresistiblemente ciertas obras maestras de la pintura renacentista o posrrenacentista.

Es impresionante la belleza de esta composición humana, a la vez compacta y diferenciada, alrededor del novillero herido. Creo efectivamente que se impone el calificativo de "crístico". La impresión inmediata es la de la emoción compartida, de la estrecha solidaridad colectiva encarnada en esas manos auxiliadoras y humanísimas que centran la composición. Pero en seguida nos damos cuenta de que esta hermosa piña humana está compuesta de individuos perfectamente caracterizados. Como si Andrew Moore hubiese construido pacientemente esta obra maestra en la tranquilidad del estudio y no apurado por la irreversibilidad del instante.


Irreversibilidad del instante, que es sin duda la definición más próxima a captar la excepcionalidad del toreo, esta actividad tan básicamente extraña. En esta foto no se ve al toro, no se presencia ningún lance taurino, y sin embargo pocas imágenes representan mejor la esencia de la fiesta de los toros : solidaridad, sacrificio, comunión humana y exigencia ética.Todo lo contrario del teorema animalista abstracto, cuya única dimensión humana es, en el fondo, la deletérea autocompasión.



 Rafael Sanzio, Descendimiento (1507)
 Roma, Galería Borghese

Caravaggio, Descendimiento (Hacia 1603)
 Roma, Museos Vaticanos

@javiertorear
Belleza, grandeza y ética sobre una foto de @andrewmoore100 ( J.P. Cazajus)

Halcones

Cheney


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Si una organización tan reaccionaria (escéptica) como la Fifa no quiere ojo de halcón para decidir los goles, por algo será.

En cambio, en la política (la continuación de la guerra por otros medios), las guerras siguen decidiéndolas los halcones, tipos duros en la sombra (el claro se lo dejan a los Gary Cooper y los Clint Eastwood) que miran el mundo con ojo de halcón.

No hay duda: Rusia se inmiscuyó en las elecciones americanas, y eso es “an act of war” –ha dicho Dick Cheney en una Cumbre de Negocios Globales.
Cheney es el halcón por antonomasia y tiene su ojo puesto en Putin, pues “sabemos que Putin quería Crimea y se la quedó”.

Menos mal que España no tiene petróleo como Iraq (el de la Lora en Burgos sólo dio para juntar en una película, “Las petroleras”, a Claudia Cardinale y Brigitte Bardot) ni cabezas nucleares como Rusia (las de Franco en un hangar de Ocaña, según denunció en la Onu un comunista polaco, nunca cuajaron), porque, de lo contrario, con eso de que Felipe González no quiere morirse sin haber recuperado Gibraltar, el ojo de Cheney (en el psicoanálisis, el ojo es un arma sádica, y en el mundo onírico se interpreta como símbolo del pene) podría posarse sobre nosotros, y en sus reuniones de mundialismo pintaría al gobierno de Madrid (¡Mariano!) con “todos los infernales atributos guerreros que el genio de Wells atribuyó a los marcianos”.
¿Cómo se inmiscuyó Putin en las elecciones americanas? ¿Como Obama en Ucrania y el Brexit o como McKinley en Cuba y Filipinas? Cheney no lo dice, y, como en el caso de las armas de Sadam (otra halconada suya: Iraq estaba en la agenda del Nuevo Siglo Estadounidense, o Siglo de Cheney, desde el 91), hemos de poner nuestra fe en sus manos. De la Teoría del Cénit del Petróleo a la Teoría del Cénit del Gas.
Serán tonterías, pero a mí, en dos oficinas bancarias de Madrid, ya me han sacado de chivo expiatorio a Putin, que “hackea el sistema”, y al Brexit, que “se come los fondos de inversión”.

Miércoles, 29 de Marzo

Valle de Esteban

Nos faltan muchas cosas para que Dios no nos falte.
San Ignacio de Antioquía

martes, 28 de marzo de 2017

Manoletes

 Allí empezó todo

 Manoletes

La cuna, hoy

Francisco Javier Gómez Izquierdo

      La noche del cambio de hora me tocó, junto a medio centenar de padres, la segunda y tercera imaginaria haciendo la espera y la despedida a un autobús que llevó a nuestros chicos a Madrid y de Madrid a México. Andan de viaje de fin de carrera, a pesar de que la carrera, si la acaban, será en junio del 18, más otro año de MIR, y en fin, cuentas mías sin mayor interés.
      
El caso es que uno de los futuros médicos llevaba un pastelón cordobés para repartirlo entre sus más allegados en la T-4 antes de cruzar el Océano. El padre de la criatura, cordobita de campeonato, me explicó una curiosidad que ya me habían referido diversos personajes de una cofradía que carece de registro, pero cuyos miembros se pueden encontrar en cualquier taberna de Córdoba levantando el medio del Gallo con dos dedos por la base del catavinos, aplaudiendo un salmorejo en la Sociedad de Plateros o llorando ante un rabo de toro en Casa Acedo, casa que por cierto cerró ya hace años. El cordobita es un nacionalista de la costumbre, un Séneca que coloca en Córdoba “lo mejón del mundo”, un resignado que no entiende la ignorancia del mundo ante el esplendor de su ciudad. 
     
Bueno, no sigamos por los cerros de Úbeda. Otro rato glosaremos al cordobita. Hoy quiero referir el nacimiento de los “manoletes”, el hermano chico del pastelón cordobés.  El pastel o pastelón cordobés es grande y hermosote. Redondo, de hojaldre cubierto de azúcar y canela y relleno de cidra es una delicia con la que se suele acabar los peroles, tomar el cafelito de la tarde o agasajar a las visitas. Se reparte en cuñas y yo quedo como un señor, cuando me vienen los amigos de las Castillas a casa. Todos repiten. A mi  compadre Paco, por ejemplo, le enloquece. Le suelo meter en el bolso un pastel cada vez que vuelve a Piedrabuena.

     Algún cordobita me tiene contado que del dulce se tienen noticias desde el siglo XV y corriendo los años llegamos al XX, donde el maestro obrador José Delgado, en  1940 montó la Confitería San Rafael en la zona de lo que se conoce como el Brillante, a la que acudía el maestro Manolete, aficionado por demás al pastelón cordobés. Manolete descubrió en Chilacayote, patria de maestros cidreros en el estado de Jalisco, algo parecido al arte de don José Delgado y con ánimo de agasajar a sus amigos mexicanos pidió al obrador que le empaquetara unas cuantas piezas. Don José ingenió un pastel cordobés individual para facilitar su transporte y sobre todo para dar una alegría al matador, ya que en su honor bautizó la pieza como “manolete”. Dicen que los dos maestros quedaron encantados, pues según me cuenta otro cordobita, Manolete triunfó en Jalisco tanto con su arte como con  sus regalos y el confitero institucionalizó el postre para los invitados a las comuniones de los 60, 70 y 80.
   
Esta maña me he acercado a la confitería San Rafael y aunque no debo, por culpa del azúcar, me he atrevido con un cortado y medio “manolete”. Una de las herederas de don José Delgado, me ha atendido con amabilidad y sabiduría de siglos.

El Presupuesto

El Gran Capitán, el de las Cuentas


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El Presupuesto es como la lista de la compra de una Nación, aunque aquí, la Nación, al no tener representación política, pinte poco. Hasta el Boletín Oficial es del Estado, cuando se supone que las leyes las hace la Nación, no Mariano.

Mariano es uno de esos estadistas sin alma que pueden hablar de las dificultades de un presupuesto sin derramar lágrimas. Cuando arrancó la Santa Transición, la deuda española era del 7 por ciento del PIB. Hoy andamos por el 100, lo que supone que hemos fundido la visa. ¿En qué? Según Jeromín, el holandés que preside el Eurogrupo, "en copas y mujeres", sin lo cual no hay niños, y sin niños, tampoco hay pensiones. Además, el tontín de Jeromín no sabe que el gasto, según los antropólogos, libera soberanía: gastando, uno deja de ser esclavo y accede, en lo que dura el crédito, a la posición de señor. Como María Cospedal en el Pentágono, ofreciendo a Mattis subir los gastos de Defensa hasta el 2 por ciento comprometido. Quienes no tenemos soldados, ponemos leuros. Lo bueno de estar en la Otan es esta “redención en metálico”. Francia jugó a no estar y Macron promete la vuelta al servicio militar obligatorio. ¡De De Gaulle a Macron! Del militar nacionalista al maniquí socialdemócrata. “No soy ni de derechas ni de izquierdas”, dice Macron. O sea, el “establishment”, que, como su propio nombre indica, siempre es de derechas. “El chico de Rothschild”, dice Marine Le Pen a Macron, como aquí Rosa Díez dice “El chico del Ibex” a Rivera. ¡De Franco a Rivera! A Rivera, otro maniquí, para ser Macron, sólo le faltó casarse con la señora Díez, generación y media mayor que él, como madame Trogneux.
Y mañana los ingleses, que eran contribuyentes netos, solicitarán la baja en ese Casino Alemán que es la UE dirigido por frau Merkel, pronto asistida por madame Trogneux. En resumen: más impuestos, pero a varias velocidades, con Donald Tusk de hombre del frac. El “síndrome del Mezzogiorno”, lo llama la Friedrich Ebert.

Martes, 28 de Marzo

Valle de Esteban

Es por el olor por lo que seréis juzgados.
San Ignacio de Antioquía

lunes, 27 de marzo de 2017

Cowboy de mediamañana

Calle de Lista
El club de los humildes

Identidad y alteridad. (Acto uno: Los caminos de Caín)

 Caín y Abel. G. Gandolfi (1734-1802)

Jean Palette-Cazajus

Hace unos días, un anciano sevillano postrado en cama con oxigenación asistida ha sido desvalijado por dos maleantes que, de paso, violaron a la asistenta que lo custodiaba. Los dos desalmados pudieron ser identificados gracias a unas cámaras de seguridad cuya presencia desconocían. Esta progresiva -y sin duda definitiva- sustitución de la mirada de la conciencia por el ojo indiferente de la cámara, debe interpretarse también como la confesión de una clamorosa renuncia a una idea clave de la modernidad, la de que el hombre es moralmente mejorable .

Idea clave y viga maestra del optimismo progresista histórico. Según sus valedores existirían serias razones para pensar que el hombre actual ha mejorado respecto de tiempos pasados. En esta línea, Michel Serres, un conocido y añoso filósofo, personaje entrañable donde los haya, acaba de publicar un libro para explicarnos que Europa vive el período más paradisiaco de su historia. Escribe frases como ésta: “Nuestros contemporáneos tienen una posibilidad entre diez millones de morir por culpa del terrorismo, mientras tienen una entre 700 000 de ser víctimas de la caída de un asteroide”. El autor siente fervor científico, no quiero dudar de la fiabilidad de sus estadísticas. Pero creo que el problema no es éste.

 Michel Serres, nacido en 1930

En tal asunto, nuestros juicios sólo pueden ser relativos y subjetivos. En el fondo, el filósofo habla aquí desde el muy viejo espejismo humano de quien cree ver el río de Heráclito discurriento desde su fuente. Cuesta asumir que, en el río de la historia, somos el corcho efímero, arrastrado brevemente por una corriente que nos escupe y nos ignora. Asombrosamente, Michel Serres parece regresar a la vieja definición metafísica del ser humano, la de una esencia permanente criada en el limbo. Siendo pensador que sabe, sin duda mejor que yo, que la particularidad humana es la de un ente que emerge y se constituye en la interfaz del organismo individual y del baño amniótico del medio, tanto natural como histórico. La vertiginosa historia de nuestra especie nos da derecho a pensar que, en decenas de miles de años, la conciencia de los humanos ancestrales cambió menos que la de los occidentales durante el último siglo. Más que nada en la manera de pensar la muerte. 

El progreso técnico y el de la medicina nos han instilado el muy reciente sentimiento de un derecho a la durabilidad de la vida que no compartió ninguna civilización anterior. Entre los seres humanos modernos se interpone la retícula de la artificialización. Por esto las muertes violentas, en nuestras sociedades, resultan particularmente absurdas y miserables. Nuestro filósofo comete sobre todo el error de no separar las situaciones tradicionales de guerra abierta, en que la muerte se vivió siempre como una fatalidad y las situaciones criminales en que la muerte se vive como una inaceptable transgresión. Donde el español dice “batalla campal”, el francés dice, significativamente, “bataille rangée”, o sea batalla ordenada, regulada. Este tipo de batallas entre ejércitos ha desaparecido; sin duda definitivamente. Hoy las guerras matan esencialmente civiles y son dificilmente disociables de una criminalidad de masas.  A principios del siglo XVII, un obispo de Murcia, ascendido a la sede arzobispal de Sevilla, tardó 23 días para llegar a la ciudad bética y morir de las fatigas del viaje. Hoy, nos separan de las infamias de Daesh poco más de dos horas de avión. Las peculiares estadísticas de Michel Serres no pueden atemperar el horror frente a los atentados terroristas ni aplacar nuestros temores frente a lo que nos espera. No diré que el horror llama a nuestras puertas. Todos sabemos que no tenemos puertas.


 Como en las pelis

El filósofo despotrica contra los personajes bélicos tipo Luis XIV, Napoleón o el mariscal Foch. Pide derribar sus estatuas y sustituirlas por las de celebridades más propias de la “Edad de la dulzura”, la que viene empezando, según él. Esto me recuerda una pintada en el metro de Madrid, hace ya muchos años, en respuesta a no sé qué otra, particularmente ñoña y angelical. Decía así: “Y cuando seáis todos pacíficos, os forraremos a hostias”. Difícil ser más clarividente y edificante sobre un tipo de buenismo que en nada ha mitigado jamás el odio cerval de que somos objetos. Los de Londres, el otro día, como en las ocasiones anteriores, como en las venideras, querían castigarnos por nuestros “crímenes”. Intenté describir hace pocos meses el proceso histórico que nos ha llevado a ser identificados como criminales, culpables y -sobre todo- deudores definitivos. Resumiendo: sabemos que nuestra situación sigue siendo privilegiada ¿Por qué cuesta tanto asumir su increíble fragilidad?

Fragilidad frente a las agresiones exteriores. Fragilidad frente a los demonios interiores. Acabo de ver un reportaje televisivo absolutamente impresionante.  Filmado“at the right time in the right place”. Tuve el sentimiento de presenciar la historia haciéndose y deshaciéndose. El documento empezaba mostrando los primeros momentos de la secesión de Donetsk y Lugansk, las provincias rusófonas del este de Ukrania, en el llamado Donbass. Era el inicio, en abril/mayo de 2014, de una guerra civil que se ha apuntado más de  9000 muertos y 20 000 heridos y no acaba de terminar. Las estructuras de una sociedad al fin y al cabo europea, vieja y civilizada, basculan sobre su eje; se van invirtiendo las jerarquías humanas y las de los valores; muchos individuos empiezan a practicar un increíble, trágico y esperpéntico juego de rol. 


 Milicianos prorrusos

Asistimos en directo a la progresiva exasperación de las tensiones provocadas por la actitud antirrusa de los manifestantes de Maidán, en Kiev y el resto de Ucrania. Presenciamos el referéndum secesionista, caricatural en su organización pero indudable reflejo de la postura rusófila en la mayoría de la población. En los días siguientes se va tensando la cuerda y van apareciendo las primera milicias armadas. Ya conocen la manida frase atribuida a Samuel Johnson (1709 – 1784), sobre el patriotismo en tanto que último refugio de los canallas. Donde Johnson dice “patriotismo” convendría entender “nacionalismo”, palabra que entonces no existía, puro producto del siglo XIX. No es lo mismo; creo que la diferencia entre la primera voz y la segunda es la que separa la generosidad del odio. El caso es que no pude dejar de rumiar la frasecita, viendo la brutal e inmediata transformación de tanta patulea, entre lumpen, golfos y descerebrados, de repente iluminados por el patriotismo e inflados como globos en cuanto una Kalashnikov aparecía en sus manos. Viendo las muchachas discotequeras, vaqueros superceñidos, tops minimalistas, piercing en el ombligo, retratándose con el rifle de asalto apoyado en la curva de la sugestiva cadera, clamando consignas mortíferas e incitando los muchachos a la batalla como en las tribus antiguas.Viendo los viejos en las plazas, con un micro en la mano, de pronto poseídos por una vocación de tribuno de la plebe y escupiendo consignas antiucranianas con abrupto y monótono estribillo: “Matadlos; matadlos a todos!”

Nadie ignora hasta qué punto la corrupción corroe aquellos países. Desde los primeros días tales “milicias patrióticas” parecían sobre todo preocupadas por los tráficos, de armas u otros, por la obsesión de marcar con perruna meada sus territorios, por la de embolsar las “voluntarias” contribuciones financieras de los ciudadanos, estimuladas por la omnipresencia de la “kalash”. Cuenta un miliciano improbable que él no pretende enriquecerse, sólo mejorar los garbanzos. De hecho nos enteramos de que, semanas después, huyó con su peculio antes de que empezaran los combates de verdad. Vemos cómo los peores oligarcas, los que ya cortaban el bacalo antes del seudo referendum del 11 de Mayo de 2014, contribuyen a exaltar las pasiones mientras van monopolizando descaradamente todos los puestos importantes. 


 Donbass

Ya iniciados los primeros combates, sangrientos, anárquicos y un tiempo indecisos hasta que la solapada intervención de Putin empiece a pesar sobre uno de los platillos de la balanza, asistimos a una escena penosa. Un oficial ucraniano, cincuentón, digno, prisionero de los prorrusos, está maniatado y arrodillado sobre el suelo. Lo maltratan de palabra, lo golpean. Resignado, el hombre habla con amarga ironía: “Ya sé que de todas forma me vais a cortar los c…, pero no odio a los prorrusos, solo a mi suegra”. Le contesta, soez, el jefe de los milicianos, sólo visible de espaldas: “¡Cómo podríamos cortarte lo que no tienes, maricón!”. Semanas después volveremos a ver dicho oficial. Lo han liberado y ahora encabeza la comisión de intercambio de prisioneros. Lo acompañamos mientras se dirige hacia el frente prorruso para devolver un grupo de prisioneros. En el momento de despedirse, uno de los liberados, un chico joven, cara y voz agradables, pinta simpática e inteligente, da efusivamente las gracias al oficial. Añade algo como: “No sabe cuánto lo siento por aquel día... Estábamos todos un poco enloquecidos,... no sabíamos lo que hacíamos”. El chaval encantador era nuestro cabecilla de milicianos, el mismo que humillaba y cuestionaba, grosero, la virilidad del veterano oficial.

Tras unos meses volvemos a encontrarnos con algunas de las exaltadas muchachas, discotequeras, sugestivas, patriotas y exaltadas. Aparecen sombrías, desmejoradas, desesperadas, algunas apenas reconocibles, a veces entre las ruinas de sus casas. El discurso es el de la fatalidad incontrolada, del peso del destino, de la resignación frente a la catástrofe que vino, habría que creer que desde la nada...



 Lugansk, junio de 2014

En la Ucrania leal al presidente Poroshenko, también mandan los corruptos y los oligarcas. Tal vez algo menos que en el este. Maidán ha originado algunas actitudes reactivas. Pero el ejército está invertebrado, poblado de zombis y de burócratas. El gobierno intentó crear una guardia nacional a marchas forzadas. Los voluntarios son estudiantes universitarios, médicos, profesores, ingenieros, funcionarios...todas las fuerzas vivas del país, necesarias en la sociedad civil y apuntándose aquí a la catástrofe. Porque hoy hacen falta, como mínimo, tres años de seria preparación para fabricar un buen soldado. Tampoco está el ejército ruso para tirar cohetes, lo vemos cada día en Siria. Pero juega en otra categoría. De modo que Putin, además dueño del gas, tiene una vez más en las manos las mejores cartas del conflicto.

En 1932-33, Stalin, obsesionado por acabar con el campesinado, favoreció en Ucrania una atroz hambruna que mató entre 3 y 5 millones de personas. Escribía una médico rural: “...Las buenas personas murieron primero. Las que se negaron a robar o a prostituirse, murieron. Las que dieron de comer a los demás, murieron. Las que se negaron a comer cadáveres, murieron. Las que se negaron a matar al prójimo, murieron. Los padres que se negaron a comer a sus hijos murieron...”. Ocho años después, durante el terrible 1941, muchos fueron los ucranianos que contribuyeron alegremente, tras la invasion hitleriana, a los pogromos y a la “Shoah por balas”,  como en el trágico barranco de Babi Yar hoy sepultado bajo los edificios y el arbolado de un parque de Kiev. Vergonzosa realidad ocultada por la Ucrania soviética y casi hasta hoy por la postsoviética.

Fue muy comentado en su momento “Tierras de sangre”, el gran libro del historiador Timothy Snyder,  publicado en 2010 (*), sobre el sino cruento de aquellas llanuras del este europeo donde se enfrentaron, hace ya 75 años, los dos totalitarismos más sangrientos de la historia. Pocas memorias hay en Ucrania y el sur de Rusia que no estén habitadas por terribles tragedias familiares. Cuesta entender que los dos bandos de un país agobiado por la corrupción y los problemas económicos se lanzaran a degüello con tanta facilidad. Esto es lo que decimos siempre. Lo mismo dijimos cuando Yugoslavia explotó. Fueron casi 9 años de guerra (1991-99), hace cuatro días como quien dice. Fueron 300 000 muertos, las dos terceras partes civiles, y 4 millones de desplazados. Empezamos a saber que las peores instituciones siempre son mejores que su ausencia. Las que son medianamente buenas y consensuadas deberían sacralizarse. No creamos ni un solo segundo que nuestras sociedades son más maduras, más razonables, más sensatas. ¿Puede alguien pensar seriamente que si contrastamos un solo siglo de vida mínimamente democrática -y esto en el mejor de los casos- con dos millones de años de evolución humana, tenemos derecho a pensar que nos protege un especial blindaje civilizacional? Habría que levantar un monumento a quien inventó la expresión “barniz de civilización”.

(*) Hay traducción española.


Mliciano ucraniano

Hacia Rusia con amor





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Para abrirse camino hacia Rusia 2018 (nada que ver ya con la Rusia del 63, la de Daniela Bianchi en “From Russia With Love”), la España de Lopetegui (uno de los españoles más influyentes, de dar crédito a las encuestas) ha vencido a Israel, proporcionando al “As” y al “Marca” titulares veterotestamentarios, para que luego digan que los cronistas deportivos son incapaces de encontrar una oración en la Biblia.

    Por uno de esos caprichos de la historia, Israel es parte futbolística de Europa, y podía haberlo sido geográficamente, si Roosevelt se hubiera tomado en serio la propuesta que en febrero del 45 el ladino rey saudí Abdul Aziz le hizo en la cubierta del crucero “USS Quincy” en medio del Canal de Suez sobre establecer el nuevo Estado judío en territorio alemán, con lo que ahora el equipo de Lopetegui, en vez de tener enfrente a Marciano, el manirroto portero israelí, habría tenido a Neuer, “Noya” para los locutores de TV, y para Florentino Pérez, “el mejor portero del mundo”.
    
En cualquier caso, un España-Israel de fútbol tiene sus extravagancias, y los “notas” de la localidad, que era Gijón, aprovecharon que la ocasión la pintaban calva para sacar los pies del tiesto y echar a volar el grajo del antisemitismo, que a estas alturas tampoco se sabe si es un racismo homologado por la Uefa. No es un asunto terminado: históricamente, y pasando por alto el principio de contradicción, el racismo europeo ha acusado a los españoles, primero, cuando interesaba a los protestantes, de poseer mezcla judía, y después, cuando interesaba a los ilustrados, de perseguir a los judíos. Pero Villar, presidente de la Federación de lo que él llama “Fulbo”, incapaz de llevar el chiringuito de “La Roja” a Barcelona o a Bilbao, llevó el partido contra Israel a Gijón, cuyo Ayuntamiento participa oficialmente (eso incluye la gaita) en la kermese internacional contra la única democracia de Oriente Próximo, coincidiendo el teatrillo con la celebración en Italia del sexagésimo aniversario del tratado de la Unión Europea, donde nadie, ni siquiera Rajoy, mentó a don Santiago Bernabéu, artífice de la Copa de Europa, que, anterior al Tratado de Roma, ha hecho por el europeísmo bastante más que los burócratas con librea de Bruselas, que vienen a ser como el ejército chino de terracota que tiene frau Merkel al servicio su casino alemán, que no otra cosa es la UE, donde el luxemburgués Juncker pone cara de cervecero bávaro, donde el polaco Donald Tusk pone cara de cabo prusiano y donde la última palabra la tiene únicamente Alemania, quien, después de arrojar a Delors a los leones por proponer una Europa de dos velocidades, decreta la Europa... de dos velocidades, una, la de los prestamistas, que sólo es Alemania y que jugará como el Madrid de Mourinho, el equipo más rápido del mundo, y otra, la de los prestatarios, que son el resto de miembros y que jugará como el Rayo de Paco Jémez.

    –Hay que tener fe en Europa –dijo Rajoy en Roma.
    
Hay que tener fe en el Mundial –dijo Lopetegui en Gijón.
    
Debemos, pues, creer en todo lo que no vemos.
    
Desde luego, la Europa de Rajoy no está en nuestra mano. Y el Mundial de Lopetegui, tampoco, ya que se celebra en la Rusia de Putin, el hombre, según el establishment, que todo lo hackea. Los liberales americanos sostienen que Putin es con las elecciones como los chinos del barrio con las tragaperras: nadie sabe cómo lo hace, pero se lleva el bote.
    
En las redacciones de todos los periódicos ya se están cociendo los reportajes de “Putin hackea el Mundial para que lo gane…” (aquí, el nombre del equipo sorpresa de turno).



¡QUE NOS ROBAN A ISCO!

Nunca he sabido si me gusta Isco. De entrada, da la impresión de ser un futbolista que juega de rodillas, como torean esos toreros que, incapaces de echar la pata adelante, van y la echan a tierra. El colmo de este arte (el arte de escamotear las piernas) lo hizo Cayetano en Arévalo: el toro se echó, cansado como una mula vieja, y entonces el torero dudó durante un instante y decidió arrojar los trastos y arrodillarse ante el bicho en el desplante más carpetovetónico que uno haya visto. E Isco tiene algo de Cayetano en el juego: sí, pero no; no, pero sí. El rollo mediático es que lo quiere el Barcelona. El Barcelona de Guardiola hubiera liado una parda llevándose en su día a Benzema, jugador hecho para el tiquitaca. Isco, en cambio, si se fuera al Barcelona acabaría disputándole el nombre en la memoria a Onésimo.

Primera de Plaza 1. Cada Mochuelo (de la Cifu) en su olivo (con Manolo Cortés en el recuerdo)

 Primer paseíllo

 Primer toro

 La Bandera así desde hace una semana

Rust never sleeps-el orín nunca duerme

José Ramón Márquez


La primera de Plaza 1, 26 de marzo de 2017, y todo es lo mismo, invariablemente igual. La Plaza llena de suciedad, los chafarrinones en las paredes, la mancha de humedad gigantesca junto a la puerta del tendido alto del 9, el ascensor averiado, las barandillas atacadas por el orín, la bandera enrollada en el mástil desde hace lo menos siete días, las tiras en el techo de la andanada, ahí está la misma incuria de siempre, la misma de los Toresma, la misma de los Lozano… con Plaza 1 o con Plaza 101, con el Mochuelo de la Cifu o con el sursuncorda, la Plaza, como la vida, sigue igual.

Hoy 8.294 espectadores se pusieron en pie para rendir un merecido homenaje póstumo a Manolo Cortés, y uno, el que hace 8.295, en la delantera de la andanada, no tuvo a bien levantarse en respeto al torero de Gines, fallecido ayer mismo; lo mismo el prenda ni sabía quién fue ese personalísimo torero que pisó hace ya veinte años por última vez la arena de Las Ventas, donde dejó la indeleble huella de su arte y de su sangre.

Para la primera de Plaza 1 anunciaron una novillada de Fuente Ymbro, los toros de don Ricardo Gallardo, el antiguo vendedor de cocinas que buscó en Borja Domecq el apoyo y el know how. Tengo para mí la pena mora -pena islamista- de no haber visto al toro Agitador, que tanto hizo hablar a la afición y que ha sido cantado como el epítome de la bravura ymbresca; a cambio tengo vistas unas cuantas arrobas de corridas de los pupilos de don Gallardo en las que prevalece generalmente la decepción sobre la admiración. El año pasado, sin ir más lejos, pasó la divisa verde por Las Ventas de Taurodelta con más pena y desplome que gloria ganadera, lo mismo en el Isidro que en el Otoño; y mira tú que en el año diecisiete, veinte años ya dela última vez que vimos a Manolo Cortés, se trae a Madrid el señor Gallardo una corrida como para ponerle un piso. Después del ayuno de la invernada, encontrarnos con seis novillos como los que hoy han salido en Madrid es como un sueño, porque la verdad sea dicha, no se esperaba gran cosa de los Ymbro de San José del Valle. La corrida que ha salido en Madrid ha traído justamente lo que el toro tiene que traer a Madrid para que el triunfo sea de relevancia: buena presencia, casta, embestida vibrante, no perdonar los fallos, cumplir en varas… ¿qué más se puede pedir? De los seis de esta tarde, cuatro tenían más presencia que lo que se ha visto en Fallas como corrida de toros y los dos más terciados, los más “anovillados” en una novillada, han tenido trapío y además un aire y una chispa de gran interés. Hoy, una vez más, quien se haya dedicado a mirar el toro no habrá podido aburrirse porque el juego que han dado, lejos de la estúpida y bovina sumisión del ganado de tantas tardes, ha favorecido una entretenida tarde de toros. Así es esto: íbamos a la Plaza jurando en arameo a causa del ganado y salimos de ella encantados con el juego y la presentación de la novillada. Y al margen de esto diremos de don Gallardo, que se compró los jandillas con los que creó Fuente Ymbro en 1996, un año antes de la última vez que Manolo Cortés estuvo con Palhas en Las Ventas, por lo que acaso ya vaya siendo hora de que en el haber de los Ymbro deba pesar o la sabiduría de don Borja o la de don Ricardo para, desde el deplorable fango del monoencaste del cual partió todo, ser capaces de sacar una corrida tan interesante como la de hoy. A ver si va a resultar que lo que importa de verdad es la selección, más que el encaste.

En el cartel de esta corrida primaveral, Pablo Aguado, Leo Valadez, de Aguascalientes, Méjico, nuevo en esta Plaza, y Diego Carretero.

El único de los Fuente Ymbro que toreó Pablo Aguado, Laminado número 142, cantó desde la salida sus dones, de los que su afición al viaje largo y su condición repetidora eran acaso los más señaladas. Aguado le quiso dar fiesta y el animal galopó con ilusión hacia la muleta distante que se le propuso, encontrando una y otra vez la falta de toreo que se le ofrecía, si es que toreo es parar, templar y mandar, recibiendo a cambio de la franqueza de su galope y de la sinceridad de su embestida una serie de mantazos, telonazos y enganchones, que no hicieron cambiar al Ymbro en sus inclinaciones. Faena sin concepto alguno y decididamente a menos se vio abruptamente interrumpida cuando el novillo le hizo hilo al torero, que le había perdido la cara, propinándole un fortísimo porrazo de resultas del cual el muchacho quedó tirado en el suelo conmocionado para recordarnos, breve y escalofriantemente, el “Torero muerto” (“L'Homme mort”)  de Dégas. Retirado el novillero a la enfermería, fue Leo Valadez quien se ocupó de despachar al animal, cosa que hizo con una estocada desprendida muy eficaz. Desde ahí la tarde quedó ya como mano a mano entre Valadez y Carretero.

En el segundo de la tarde, Leo Valadez dejó como tarjeta de presentación un insustancial trasteo basado en una antiestética contorsión del cuerpo, a medio camino entre El Juli y el mayor de los Adame en feliz hallazgo del aficionado R., en el que, por resaltar algo positivo, pondremos la planta de torero del mejicano y un espléndido pase de trinchera lento y mandón. Mal con los aceros. El otro que mató fue el que hacía cuarto, Vinazo, número 91, que fue corrido en quinto lugar. En ese toro, acaso ayudado por las plegarias de un Reverendo Padre que entiende y ayuda en el desarrollo del mejicano como torero en ciernes, el hidrocálido quiso presentar otra cara, con el quite ése que hace el Julián de San Blas (¿se llama lopecina o me lo he inventado yo?) y luego principiando su trasteo de rodillas, muy en novillero, menos convulso en la forma de ejecutar las suertes y sacando una serie de naturales despegadillos, pero de buena factura, amparados en la generosidad del novillo y reconocidos con esplendidez por la parroquia. En éste también volvió a encenagarse con el acero. Se le puede volver a ver a Valadez,  a ver si las ayudas del clérigo se centran en acercarle algo más a  la trinidad del toreo: parar, templar, mandar.

Y luego Carretero, que se despachó al tercero, al quinto y al sexto. Cuando nació Carretero faltaba apenas un mes para que Manolo Cortés hiciese su postrero paseíllo en Madrid para acabar matando un sobrero de Peñajara, su último toro. Estos toreros nunca habrán oído hablar de Cortés y, a buen seguro nunca habrán visto a nadie mecer el capote con la humildad, la naturalidad y la clase del viejo torero; sus referencias para el capote estarán, sin duda, en ese rococó afectado que ahora se toma como buen capoteo y en cuanto a la muleta, lo mismo. Carretero ha presentado en los tres novillos la misma cara, exactamente: la de un muchacho que no ofrece un concepto de lidia, reducida ésta a una mera sucesión de pases en los que si consigue que el toro se mantenga en movimiento se obtiene la gratificante ovación de los públicos a los que se ha convencido de que eso es el toreo. Si además hay un percance -sin consecuencias, por fortuna- y lo hubo en el sexto, la oreja ya va de suyo, y como el hombre degolló al toro, cosa que a nadie importa, y el Ymbro cayó, el repliegue cutáneo sostenido por una lámina cartilaginosa al que denominamos “oreja” pasó de estar adherida a la sien de “Pintora” (sic), número 93, a la mano del de Hellín.

Luego, de manera harto exagerada, hubo aficionados jóvenes e impulsivos que demandaron la vuelta al ruedo a “Pintora”, aunque más bien se entiende que lo que ellos querían era significar lo que les había gustado la novillada y de esa manera exagerada animaban a Plaza 1 a que siga trayendo muchas más de este jaez. Saludó el mayoral, y en eso sí estamos de acuerdo.

Lunes, 27 de marzo

Valle de Esteban

Vale más callarse y ser, que hablar y no ser.
San Ignacio de Antioquía