@alonso_dm
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo que los escolares españoles sacan en matemáticas según el informe Pisa (pisa morena pisa con garbo que un relicario, etcétera) es lo que en política sacarían los periodistas americanos.
El periodismo americano es socialdemócrata, y no reconoce su derrota por la realidad en las presidenciales de noviembre. De hecho, el liberalismo americano se está comportando en la derrota como la socialdemocracia europea avisaba que lo haría… ¡la ultraderecha austríaca!
En su programa de “agit-prop” para la nueva etapa, la horda “taimita” (de “Time”) derrocha medios en recuentos que sirven para dar más votos a Trump, y entonces se cisca en la Constitución del 87 y llama a los votantes progres a no pagar impuestos mientras no se restaure la democracia (?), a la vez que Bill Gates sale diciendo que su modelo de liderazgo es Adolfo Suárez, aunque si el chico de Seattle hubiera hecho con Microsoft lo que el joven de Cebreros hizo con España (reparto de café –para todos, eso sí– y simpatía), Gates estaría hoy despachando pendrives en un centro comercial de Leganés.
Fue Galbraith quien dijo que los disparates de los ricos pasan en este mundo por grandes proverbios, y fue Schumpeter quien explicó que las personas más competentes en su oficio acostumbran manifestarse como niños en cuanto pisan el terreno de la política, y todo porque votar es gratis.
El liberalismo americano no es niño; es gamberro. Y su fascistoide reacción a la victoria de Trump, con sumas ingentes destinadas a su deslegitimación mediática, no está inspirada en Adolfo Suárez, como en algún cruce de cables “pelaos” puede suponer Bill Gates, sino en el Largo Caballero que decía que, de ganar, bien, pero que, de perder, a la guerra civil.
–Esto, dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil –berreaba en Don Benito, un 8 de noviembre del 33–. Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil.
Lo que pisanamente, y con ingenio mejorable, “Time” llama “Divided States of America”.