sábado, 8 de octubre de 2016

De Landa a Torbe

 La quiniela
  
Hughes
Abc
Pedrerol comenzó su programa del miércoles diciéndole a la pareja del Éibar que no tenía que pedir perdón. Ellos ya se lo habían pedido a toda lo que conforma la cosmovisión del fútbol: los niños, la ciudad, los valores… La mujer se tuvo que ir al juzgado.

Lamentable asunto, pero con un par de cosas.

Este verano hubo noticias sobre relaciones sexuales de futbolistas con Torbe de intermediario. Asunto poco tratado. Torbe está en la cárcel y además es autor de una obra artística inequívoca, así que esto tiene algo de categoría estética, generacional. Torbe es la degeneración cutrísima del sátiro español del cine desde el desarrollismo, transición, y primeros años de democracia. A ese sátiro lo dejamos ir a sus anchas, dejó de ser simpático y se convirtió en Torbe.

Y, al parecer, los futbolistas, proyección deseosa de nosotros, cuando alcanzan su cima recrean un mundo torbeano. Dominio de pagador, bukakes de whatsapp y selfis de prepucio en calcetines (asoma aquí el rastro landista). No esperábamos a Tinto Brass, pero donde «futbolista» y «torbe» se tocan asoma el paraíso de las huríes de mucho español. Una sexualidad reproductiva, pero de reproducir el vídeo, y gregaria. Hasta a follar se va en grupo.

Con lo del vídeo ha habido luego un efecto rebote. Vulnerada una intimidad, vulneradas las demás. La prensa deportiva salió al rescate: «Ella cobró». Como si importara a los efectos. Han salido audios (falsos) y hasta se ha publicado una foto de ellos de la mano. «¡Encima gais!». Una vez entrevistaron en televisión a una chica que había tenido orgías con futbolistas y contaba que era muy raro porque en pleno acto se miraban unos a otros. Es una erótica distinta, de compañeros, de vestuario. Podrían ser gais, o no, o serlo sin saberlo, como Zoolanders. No son muy despiertos. Se tendrá que sentar el míster a descubrírselo: «Mirad, chicos, camináis de la mano, estáis siempre juntos y cuando hacéis un trio copuláis frente al trasero del compañero, que es como ir a la playa y mirar hacia el paseo marítimo». Quizás por eso no hay homosexualidad en el fútbol, ¡no la necesitan! Ya hay algo espartano y la costumbre del cuerpo ajeno. No lo hacen uno con el otro, pero sí uno “junto” al otro.

Del vídeo ha trascendido, congelada, la imagen del que empujaba (¡percutidor torbeano!) con una cara de estar de parto. Pero Placer… ¿cómo adoptas ese rostro? Recuerda la vieja definición de sexo de Lord Chesterfield: «El placer es momentáneo; el coste, exorbitante; la postura, ridícula».
Hay un viejo cliché follador: como en la habitación haya un espejo, uno se acaba buscando allí en plena faena. Esto da miedo. El miedo de mirarse y ver la cara de Torbe al otro lado. Dale que te pego.