Naranjo y limonero a la vez en la calle el Tinte
Estragos de la lluvia
La buganvilla de Marroquíes
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Este mayo padecen los patios como no se recuerda con una Córdoba que parece el Macondo de García Márquez. Llueve con mucha tranquilidad y con muy pocas pausas. De repente descarga un chaparrón sin avisar y sin misericordia, mientras los cuidadores tuercen el gesto ante tanto pétalo asesinado.
He comprometido todos los días de la semana con amigos y parientes y aprecio el daño que los cielos desparraman en la presente primavera. Los cuidadores me miran entristecidos y enumeran los destrozos en petunias, orquídeas, jazmines, celindas.
Un servidor intenta explicar lo que abarcaba la buganvilla que falta o el color de la rosa de pitiminí que ya no está, pero dejo que Paco, Matilde, Emilio, Mari Carmen y los demás se pasmen ante lo que queda y no se lleven a su tierra la sensación del peor año de patios que se recuerda... porque, a pesar de la lluvia, pasear por la Córdoba decimonónica es uno de los placeres más baratos que existen.