Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Los refugiados, problema creado por el contacto de dos imágenes funestas, Obama y la socialdemocracia europea, son un clamor mediático, y los analistas se valen del asunto para ponerse al día en Manu Chao.
Obama, Obama. Muy duro va a tener que trabajar Trump, si gana, para arrebatarle el título de Peor Presidente de la Historia.
A Obama le gustan tan poco los yihadistas que no los quiere ni en Guantánamo, y la solución le viene del cielo, como el Espíritu Santo, con los drones (¡los drones del Espíritu Santo!), que ahora regresan de una expedición militar por Somalia, con centenar y medio de membrillos de Al Shabab expedientados hacia el empíreo, y no sabemos si se habrán cruzado en el aire con el dron que Montoro envió a Menorca en expedición civil para, con un fogonazo de magnesio, expedientar a los defraudadores urbanísticos.
En Madrid, de ese mundo sólo nos interesan los refugiados (“Refugees Welcome”, tiene colgado Carmena en una sábana gitana en el balcón del Ayuntamiento), y después de pedir todos los que no quiera nadie y de acondicionar los chalets de la alcaldesa en la capital y en el campo para albergarlos, sólo han llegado 18, número redondo para los cabalistas, que lo consideran, ellos sabrán por qué, de protección contra los ladrones.
En mitad de la ruidajera, un político murciano ha inventado el “clamor silencioso” contra Rajoy, una especie de música callada del toreo para echar a Mariano y entregar el partido a Rivera, que políticamente vendría a ser cambiar a Paula, un Tancredo del tiempo, por Diego Urdiales, el Buster Keaton de la situación.
Decía Foxá que el gran invento del siglo sería el motor silencioso, pero al lado del clamor silencioso parece una bobada, aunque Mariano ya es como aquel amigo de Santayana a quien el temor al ruido no lo dejaba dormir por si alguno lo despertaba, y salía de la cama para cerciorarse de haber cerrado el piano, pues podía entrar un ladrón y, al sentarse a tocarlo, despertarlo.