Jean Clair
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ya se van los ingleses como se iban los pastores a la Extremadura, quedándose la sierra triste y oscura. Se van de la granja europea, que decía Jean Clair, esta granja socialdemócrata y bien surtida donde vegetamos como si fuéramos a vivir miles de años.
–Y ese sinsentido se refleja en el arte. No vale la pena de ir a las exposiciones de arte contemporáneo.
Inglaterra ¿es europea o no? Steiner responde que, para el inglés medio, el túnel bajo el Canal de la Mancha es, simbólicamente, uno de los momentos más delicados de afrontar.
–¡Que se vaya la vieja raposa! –contestan nuestros europeístas más bizarros.
Ocurre que a los anglosajones los puede el sentido de la libertad, que cuajó en América, donde dieron rienda suelta a su orgullo y su pasión por la lucha (“creemos en las mismas cosas que los ingleses”, llegó a decir Hamilton, que pasaba, para los republicanos, por un “tory” británico), que los hace reacios al sometimiento, en tanto que a los europeos continentales los puede el sinsentido de la igualdad, este “ir tirando de pollo bien alimentado en una granja” (Clair) que no tiene ningún interés, esta socialdemocracia sesentona, podrida de corrupción y silogismos, que en su día sirvió para tapar la catástrofe de haber sido todos culpables, aceptando que por el mar corren las liebres, y por el monte, las sardinas.
El problema gordo de Europa está hoy en la falta de representación política cuyo símbolo es la Nochevieja de Colonia. Pagar por el desprecio es el colmo de la esclavitud, decía Tom Paine, para quien esa clase de gobierno procedía de Alemania, y contaba el caso de un soldado de Brunswick tomado prisionero por los americanos en su guerra de independencia:
–América es un buen país libre, merece la pena de que el pueblo luche por él. En mi país, si el príncipe dice a comer paja, comemos paja.
En España, con Snchz, Rivera y Pachi López en el cartel, hemos cogido el toro por los cuernos y vamos a cerrar… las diputaciones.