Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El personaje político que más impresionó a Felipe González, Gonzalón, fue Margaret Thatcher, la dama del cardado de hierro, o “Helmet Hair”.
Gonzalón milita en el cantinflanismo, que es lo que da dinero, y cuando quiere ponerse serio, se pone el “Helmet Hair” de Thatcher y se va a ver al director del periódico global a hacer un “vanity fair”: si Dios le hubiese dado tanta valía como él supone tener, “De Gaulle” gobernaría hoy a España.
Más vanidoso aún que Gonzalón es Pablemos (ambos vienen de Arniches y su “¡Mecachis, qué guapo soy!”), que suple con coleta la falta de casco. Pablemos, llamado a quitarle el partido a Gonzalón como éste a Llopis, murió políticamente en la “performance” del otro día, “nombrándole” un gobierno a Gonzalón. Narciso, ay, ahogado en la fuente, con un ex-jemad que lucía como el mosquito de las charcas, que, por cierto, se llama zapatero (“gerris lacustris”).
Como Gonzalón a su edad, Pablemos es marxista sin haber leído una sola línea de Marx (es lo que Monedero llama “soberbia intelectual” de su líder) y querrá “disolver los cuerpos represivos”.
Pablemos pilla de la teocracia persa y viaja a Venezuela. Gonzalón pillaba de la socialdemocracia alemana y viajaba al Moscú de Brézhnev con la pandilla (Guerra, Ramos, Boyer y la Solimán, más el Guti, para llevarles los gorros polares, pues en Rusia conviene taparse las orejas como en Irán las pantorrillas), a cuyos miembros los progretas del NYT llamaban “supernacionalistas”. Pablemos se las echa de “plurinacionalista”.
Cada uno con su fox-terrier de pelo duro (Guerra y Errejón), hablamos de dos tipos con imaginación (creo que hasta han cambiado de señora): Gonzalón se inventó un Héctor bíblico, y Pablemos, un Kant que escribió la “Ética de la Razón Pura”. Para colocar a su militancia provincial, Gonzalón inventó las autonomías; y para colocar a sus peñas separatistas, Pablemos no sabe qué inventar.
Nada que en 1911 no anticipara Robert Michels.