Hamburguesa Aita en Goiko Grill Madrid
-Joaquín, ya sabes que a ese terno (negro y oro) le llaman el catafalco; trae mala suerte.
-No soy supersticioso, Curro. El nazareno me hace pensar en el Cristo del Gran Poder, le rezo mucho y me ayuda en los ruedos. El otro, que tú llamas catafalco, me da solemnidad; por algo me llaman El Faraón.
-Mira, primo, a mí me consideran supersticioso por apodarme Gitanillo de Triana. Me traen suerte los colores claros. Voy a estrenar el gris perla y plata, que es muy seguro contra el mal fario.
-Yo no me fiaría, Curro. A ese color le llaman los revisteros Miércoles de Ceniza. Te puede ocurrir una esaborisión.
-Deja en paz a los malos mengues. He toreado mucho con Vicente Barrera que es de Valencia y no cree en esas tonterías. Alterno con Marcial Lalanda, madrileño, al que le ha tocado ver la muerte de Granero y Varelito en el ruedo. ¡Y no creo que sea gafe! Torearé el 31 de mayo en Madrid con él y no siento la jindama. Por si acaso, ese día llevaré el vestido nuevo, ceniza y plata. Voy a dar la alternativa en Barcelona a Domingo Ortega, un muchacho de un pueblo de Toledo. Va a ser un fenómeno. Lo ha dicho Juan Belmonte.
-Eso no puede ser, Curro. De Despeñaperros para arriba se trabaja. Ortega será como dice Belmonte, pero un trabajador. Tú y yo somos artistas. Se nos nota la sangre de reyes en la palma de la mano. Sólo se torea de Despeñaperros para abajo. Lo demás es trabajar.
Conversación entre Curro Puya y su pariente Joaquín Rodríguez Cagancho el día de Año Nuevo de 1931 en Triana, Sevilla, antes de El País y la Socialdemocracia
(República y toros, Fernando Claramunt)