domingo, 9 de agosto de 2015

Von Neumann




Hughes
Abc

Al conseguir la bomba atómica, Oppenheimer dijo sentirse como un «destructor de mundos”. Un poco antes, Bainbridge, tras el primer estallido de la prueba Trinity, lo dijo de otro modo: «Ahora todos somos hijos de puta». Se ha hablado mucho sobre la moralidad de esa investigación. Pero en el Proyecto Manhattan se reunieron, convencidos, muchos científicos europeos. No fueron cuatro halcones. Hubo uno dispensado de instalarse en Los Álamos, Von Neumann.
 
De origen húngaro, hijo de un banquero judío, fue un genio absoluto del siglo XX. Un matemático legendario que coincidió en Gotinga con Heinsenberg. Estudió y trabajó también en Berlín y Hamburgo durante los años veinte y treinta.

Von Neumann es uno de los padres de la computación, pionero de la máquina autorreplicante o pionero de la teoría de juegos, entre muchas otras.

Son conocidas las anécdotas sobre su prodigiosa memoria, sus despistes y su genio inmediato. Tras quince años viviendo en una misma casa no podía encontrar los vasos. Llamaba a su mujer para que le recordase por qué había aterrizado en una determinada ciudad. Sin embargo, era capaz de repetir páginas que había leído años atrás.

Su legado científico es conocido, pero además tuvo una gran influencia política.
En los años 30 se hace norteamericano. Es invitado por el IAS, el Instituto de Estudios Avanzados, y se barrunta el peligro nazi y el apogeo totalitario. Pide la nacionalidad y se lleva a su familia a Estados Unidos.

Hay que decir algo sobre el IAS: permitió trabajar a Gödel, Einstein, Oppenheimer y a él mismo, científicos judíos que Princeton rechazaba.

La importancia del IAS es fundamental como puente para que el potencial cintífico judío pasara de Alemania a Estados Unidos.

En ese viaje iba, entre otras cosas, la investigación nuclear.

Einstein y Oppenheimer fueron vitales. El primero, advirtiendo a Roosevelt; el segundo, liderando el proyecto de Los Álamos.

¿Y Neumann?

No ha pasado al pop como Turing, Nash o Enstein, pero fue igual de importante. Por puro convencimiento comenzó a colaborar con el ejército estadounidense, y no dejaría de hacerlo.
Participó en la elaboración de la bomba atómica en lo relativo a la implosión y formó parte de la comisión para elegir dónde detonarla. Su idea era Kyoto. La razón era que siendo la capital cultural, el mayor nivel intelectual de sus habitantes permitiría una mejor percepción de la importancia y magnitud de la bomba.

Hablaba de una recepción inteligente, simbólica, más allá de la devastación. Es decir, introducía ya la importancia, la verdadera importancia instrumental, estratégica, de la bomba. Porque la cruel Guerra en el Pacífico estaba terminada.

Fue Stimson, Secretario de Estado, el que, más respetuoso con la cultura oriental, cambió Kyoto por Hiroshima.

Tras conocerse en 1949 que la URSS tenía armamento nuclear, Von Neumann declaro a Time: «La cuestión no es atacarles, es cuándo atacarles».

Porque una de sus aportaciones fue la incipiente teoría de juegos. El marco estratégico que revolucionaría la economía y que configuraría base racional para las decisiones estratégicas. Y no habría otra más importante que la proliferacion armamentística. Von Neumann pensaba aún en juegos de suma cero, y una guerra nuclear es algo peor.

Después fue ideólogo de la Teoría de la Destrucción Mutua Asegurada, lo que sostuvo una paz tensa durante décadas; asesoró a IBM y alumbró la computación.

Ese rasgo belicoso e implacable de Von Neumann probablemente haya sido la causa de que no sea, en la actualidad, conocido como se merece.

Pero en él había un fuerte convencimiento ideológico: su país fue invadido por los soviéticos y antes que nadie (más listo que nadie) vio la que se estaba organizando en Alemania.

Los Bohr, Ulman, Teller, Kistiakowski, Oppenheimer que pisaron las universidades europeas se verían luego en Los Álamos. Fue como un Normandía al revés y científico. Una carrera contra Hitler y una explosión contra la Unión Soviética.

Neumann no se asocia a la bomba atómica como Oppenheimer, pero es la clave para entender la justificación y excesos de la era atómica.

Fundamentó matemáticamente la física cuántica, participó en la bomba, originó el marco teórico de la Guerra Fría (¿por qué no paz caliente?), la computación y la singularidad tecnológica.

El Dr. Strangelove de Kubrick es trasunto suyo. Que yo sepa, sólo le han dedicado esa parodia.