El Rosco, delegado de la Autoridad
José Ramón Márquez
Y luego dicen que si los toros, y no hay retrato más certero de España que los toros. En el Ayuntamiento de Madrid impera la anciana Carmena, en el de Cádiz el desharrapado Kichi, y en Las Ventas, en el burladero de la Autoridad, sientan a Faustino, el Rosco. No en el nido del Cuco Fernández, junto al duque de Gor, no en el burladero de los mayorales ni en el de los areneros, ni en el de los fotógrafos, no en los de la Comunidad Autónoma, sino en el burladero del Delegado de la Autoridad. Con la de años que se tiró el pobre Salva inquiriendo aquello de “¿A quién defiende la Autoridad?” y ahora resulta que la cosa consistía en que el Círculo Podemos de Las Ventas pusiese en el burladero de la Autoridad a Faustino, en cuya mente siempre bullen cinco novilleros punteros y, siempre está Conchi Ríos. Visto lo de Faustino, se espera ya como cosa inmediata lo de los pencos saliendo por la puerta del 7 -y si huele mal, allá ellos-, lo del chulo de toriles vestido de rociero, lo de la rebaja de la lenteja del ruedo o lo de cortar menos pestorejo con las orejas. La cosa se ve que va viento en popa.
Hoy habían programado una novillada de Araúz de Robles, a la que el programa oficial, por aligerar, define como de procedencia Araúz de Robles, como Faustino o el Duque mismamente, que proceden de sus padres. Antes, para esto de Araúz se liaban con la cosa de Gamero Cívico y del Marqués de Saltillo, con Guardiola y con Samuel Flores y hasta con don Vicente Martínez, pero ahora han decidido que es encaste propio. Pues vale. Por la parte buena diremos que lo de Araúz no es de ninguna sociedad anónima, ni empresa constructora, ni sociedad limitada: los toros son de su amo que se llama don Francisco Javier Araúz de Robles López, lo segundo que echaron un toro barroso, que ya hace tiempo que no se veía esa capa, y lo tercero, que hay que ver cómo se nota cuando el ganadero quiere criar toros de lidia a diferencia del que quiere criar máquinas bobas de embestir. En la parte mala diremos que sólo cuatro pasaron el reconocimiento del sanedrín veterinario y que, por la consustancial opacidad en todos los manejos relativos al ganado en la Plaza de Madrid, no se sabe cuál es la causa de que casi media corrida se haya vuelto a las dehesas de Jaén. Por supuesto que no consignamos como nota desfavorable el punto de mansedumbre de que adolecieron las cuatro Araúz, pues esa es cosa consustancial al toro de lidia, que estos, en concreto, suplieron con creces con el respeto que impusieron en el ruedo, lo imprevisible de sus movimientos, la listura de sus miradas y la variedad de sus comportamientos durante la lidia, bien alejados del pestilente sota, caballo y rey de cada día. Para remendar a los expulsados, y con el fin de que el precio no se les fuera por las nubes, los Choperón Father & Son se trajeron desde Estremera dos pupilos del ganadero alcarreño don José María López de la Torre, especializado en suelta de toros en festejos populares, calles, toros por el campo y demás ritos táuricos a los que tantísima afición hay en Guadalajara. Estos de don José María proceden de vacas y sementales de doña Isabel Reyna (¿?), que en realidad son los Torrestrella que tiene Manuel Vidrié en Driebes, también en Guadalajara.
Para la muerte a estoque de los cuatro más dos, vigilados constantemente y desde la proximidad por la escrutadora mirada de Faustino, se anunciaron Martín Campanario, guipuzcoano de Lazcano y nuevo en esta Plaza; Lorenzo Sánchez, de Madrid y nuevo en esta Plaza; y Víctor Tallón. Para calibrar el mundo en el que se mueven los Choperón digamos que, de los tres, dos venían sin apoderado y que entre los tres sumaban nueve corridas el año pasado. Outlet Ventas, que el padre se llama Manuel y los hijos ya te lo he dicho, poniendo a estos tres muchachos con la más exigente de las corridas de este julio sahariano, para que vayan aprendiendo la dureza de esto, por si no se habían enterado.
De Martín Campanario hay muy poco que decir. Está muy poco placeado y a saber en qué Plazas. El toro de Madrid le ha venido extraordinariamente grande y especialmente el que ha tenido que matar por Lorenzo Sánchez, un toro avisado e incierto que posiblemente sea el toro que le ha sacado del toreo.
Lorenzo Sánchez pone en los carteles, pero para la numerosa parroquia que vino arropándole él es “Loren”. Procede del pupilaje que regenta Julián López para equivocar a los que quieren ser toreros, lugar de donde aún no ha salido nadie que haya llegado a nada. El hombre se esforzó entre los vítores de su parroquia en ir componiendo sus pases, uno por aquí, otro por allá, uno que se viene el toro, otro que le ve y se lo lleva por delante y lo zarandea, lo tira, lo vuelve a echar mano y así un buen rato, y el chico agarrado a la cabeza del novillo como un forçado hasta que lo tiró al suelo de donde lo recogieron varias personas de paisano, uno con una americana de varias tallas más que la suya, y otro cargado de toallas blancas, y lo llevaron a la barrera donde se vio que podía seguir, pese a llevar encima dos cornaditas. Loren volvió a la cara del toro a intentar poner sus argumentos frente al novillo, pero dio la misma sensación de antes de la cogida, de usar las mismas ventajas que casi todos y de no dejar sello alguno de personalidad o de interés. Tras matar al novillo de aquella manera partió a la enfermería de donde ya no salió.
Y Víctor Tallón. Si el año pasado Víctor Tallón dejó un regusto de querer hacer bien las cosas, de plantearse el toreo en los modos más ajustados al canon clásico, hoy ha vuelto a mostrar idéntica carta de presentación. No cabe duda de que Víctor Tallón es aún un torero al que falta oficio, pero frente a eso, sus modos, su manera de citar con el medio pecho, su voluntad de no esconderse como todos, su deseo de ponerse en el sitio del riesgo, donde los toros pegan, ha sido con mucho lo mejor de estas “rebajas de julio” de Las Ventas, de este “julio de la oportunidad” en la Monumental. Parece increíble que un chico que en su anterior compromiso en Madrid presentó un inequívoco sello de toreo serio ande sin que lo coja un apoderado que sea capaz de poner encima de la mesa a un torero que no se parece en nada al aluvión de novilleros insulsos de cada tarde. Sin ceder la posición, echando la muleta adelante, aguantando las constantes miradas de su primero, el barroso Capotillo, número 38, con muchos enganchones y también con muchísima entereza, Víctor Tallón ha firmado una actuación sobresaliente por lo serio del oponente y por la certeza del torero de que no se iba a guarecer en las triquiñuelas del antitoreo en que actualmente están prácticamente todos. Saludó una ovación desde el callejón. En su segundo, un blando grandullón de López de la Torre, ha planteado el trasteo a la media altura para que el bicho no se desplomase y ha presentado argumentos de igual tono que en el anterior, aunque sin la carga de emoción que le dio el manso incierto y mirón. Merece la pena que le repitan, mejor que a tanto cantamañanas como hay por ahí con apoderados de campanillas.
Lo de las cuadrillas ha sido de sainete. Es difícil recordar un día con tantos trapazos, pasadas en falso, tomas de olivo, pérdidas de capotes, inutilidad en varas... es penoso que lleguen a Madrid los peones en esas condiciones, como si estuvieran en Becerril de la Sierra, por decir un sitio. Por enaltecer el trabajo bien hecho y por señalar a quien tuvo pundonor y torería en una tarde aciaga para los de plata, señalemos los dos sobrios y elegantes pares que dejó Daniel Oliver, dos margaritas en medio del lodazal.
Campanario, Loren, Tallón
Rosco, autoridad
La sombra