Calle de Serrano
Madrid
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Socialdemocracia es esta confusión hecha obra maestra en España, donde todo parecía marchar “hasta que en una vereda / con la grande polvareda / perdimos a Don Beltrane”.
Digo que a la vergüenza perdimos de vista.
En la fachada del Colegio de Abogados en la madrileña calle de Serrano han puesto un tendedero de togas forenses. ¿Con qué idea? Tratándose de abogados, cualquiera sabe. “Justicia gratuita”, se lee en un cartelón. Pero, si la justicia siempre fue aquí lenta, es porque en España el tiempo es dinero. Azar y dinero. Por eso el ministro de Justicia procede de la industria del juego.
Rafael Perea El Boni colgó un día su traje de torear en la ventana de su hotel en Tudela y se lo robaron:
–¡Y luego dicen que no son españoles!
¡Justicia gratuita!
En su segunda acepción, la gratuidad de la justicia vendría avalada por las opiniones de Carmena, la alcaldesa de Madrid para quien la profanación de lugar de culto con amenazas a los fieles es libertad de expresión, y la literatura de los autos de Pedraz, el justiciero universal.
Pedraz es muy libre de interpretar la ley como Dios le dé a entender, que para eso es juez en España, donde, sin embargo, habría que exigirle que escribiera en español. Su auto sobre el “humor negro” en el caso de los tuits del concejal Zapata podrá estar escrito en indi o en esperanto, pero no en español, lo cual no quita para que la socialdemocracia se lo cante como si fuera la sentencia del juez Marshall en el caso de Marbury contra Madison, y lo malo es que, en España, seguramente lo sea.
Ayuna de ideas, la socialdemocracia local trata de aliviarnos del mono juvenil de libertad política con el placebo libertario del Orgullo Gay. Del frufrú de las orgías paganas de la fertilidad a las rutilantes cabalgatas urbanas de la homosexualidad, cuyas preces, de ser escuchadas por los dioses en su totalidad, supondrían la extinción de la especie, extinguida culturalmente, al menos en Europa, el 28 de julio de 1914.