Abc
Dice Rosa Belmonte, a la que adoro como a una Stanwyck, que Snchz, el vendedor de paños de Ferraz, necesita un libro de personajes, pero yo creo que lo que le hace falta es un argumento.
Para personajes tiene a Juana, a Valeria, a Verónica, a Manuel…, que, salvo que sean su gobierno en la sombra, parecen sacados, más que de las esquelas del ABC, como los de Cela, de la barra americana de un Rodríguez de agosto, donde uno conoció una vez a una Tania que quitaba el hipo hablando rusamente de Boccaccio como Irina, ay, hablará de Turguénev (“Diario de un cazador”).
Cuando Cañabate dice que los españoles saben de mujeres por lo que tienen leído en los libros, me acuerdo de Snchz, que es uno de esos sociatas que saben de trabajadores por lo que tienen visto en el “Cuéntame”. Snchz habla de Juana, de Valeria, de Verónica, de Manuel… como trabajadores. ¿Por qué no habla de rentistas (rentistas del Estado), que es lo que conoce y lo que gusta a los españoles?
¡Cómo ganaría el relato de Snchz sólo con poner a Juana, a Valeria, a Verónica, a Manuel… una nómina del Estado que los hiciera hablar a todos como personajes de Plutarco!
–La famosa Arcadia de Poussin no sería tan famosa si careciera de personajes –leíamos en la Enciclopedia francesa.
Los enciclopedistas querían hacernos ver que Poussin no se limitó a insertar en sus paisajes, como hace Snchz, que no se ha leído la Enciclopedia, una mujer que lleva frutos al mercado, sino que tiró de figuras pensativas para darnos qué pensar, tipos agitados por pasiones que despiertan las nuestras y nos contagian la agitación.
Los falsos personajes de Snchz vienen a ser las hormas de su normalidad, con toda la fuerza rutinaria que en España, desde Primo de Rivera, que dio un golpe de Estado para imponerla hasta Serrat, que compone ripios para cantarla, tiene siempre la normalidad. ¡El suarismo de lo normal!
Pero ¿y ese argumento que según don Eugenio d’Ors todo hombre se trae entre manos?