Aristóteles
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Cuando la Santa Transición suprimió el Bachiller, no sabíamos que lo hacía para censurar a Aristóteles.
Aristóteles era muy del Bachiller. Un sabio con sus manías, como creer que las mujeres tienen menos dientes que los hombres, pero también con sus aciertos, como que la dictadura da en oligarquía, la oligarquía en democracia y la democracia en dictadura.
Lo de los dientes de las mujeres no importaba: para desmontar el error aristotélico la Santa Transición siempre podía enseñar a Ana Belén (amor platónico, ay, de Rubalcaba). Pero lo de los regímenes políticos eran palabras mayores. ¿Qué es eso de que una dictadura da paso a una oligarquía? ¡Fuera Bachiller!
Censurando a Aristóteles se evita el conocimiento de su ley, pero no su cumplimiento. Y ante el temor de que, después de cuarenta años, sea el momento de pasar del sistema proporcional al sistema representativo (la señal de alarma es que ya nadie cree en nada), parece natural que los beneficiarios de lo que hay (¡el cuarentañismo!) intenten salvarse enfoscando el edificio.
Más fina que la española, la picaresca italiana ha inventado el “Italicum”, un enfoscado que consiste en que los votos que no ponga el votante los pone el Estado. Y a mandar.
En España, con el “Italicum”, enfoscaríamos la caseta del partido mayoritario (que son dos), pero los nacionalismos periféricos quedarían colgados. Ahí entraría el abracadabra del federalismo (?) que venden los jóvenes Snchz y Rivera, a cuyo lado, según el riverismo organicista, Gustavo Bueno sólo es un ignorante (por viejo).
Vascos y catalanes, federados, y los demás bailando el “Italicum” como quien baila una rumba alrededor de un jamón. Al corte del jamón, los filósofos de “reconocido prestigio”, como Savater, que piden el “voto obligatorio” (?) para los ciudadanos, y los economistas de “prestigio internacional”, como Garicano, que, pasando de Michels (¡por viejo!), promueven la “democracia interna” (?)… de los partidos.