Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un cinero mexicano, Iñárritu, con ese desparpajo cultureta que da la actual cinería andante, llama “genocidio cultural” a las películas de superhéroes; la prensa va con el cuento a Robert Downey Jr., con fama de chinche, que contesta: “Mire, yo le respeto. Creo que para un hombre cuya lengua nativa es el español, ser capaz de armar una frase como ‘genocidio cultural’ habla de lo brillante que es.” Y entonces esa misma prensa acusa de xenofobia… a Downey, porque el periodismo ignora el significado de “xenofobia” y… “genocidio”, que de constituir un tecnicismo finísimo del Derecho ha pasado a ser la expresión de una riña de peluquería.
En Londres, los hinchas del Arsenal cantaron el domingo “Boring, boring Chelsea”, y cuando Mourinho responde que lo aburrido es estar diez años sin títulos la prensa titula: “Ataque de Mourinho al Arsenal”.
En Almería, capital del “spaghetti western”, y el mismo día de la derogación en Islandia, que pasa por ser el país más seguro del mundo, de una ley, en vigor desde hacía cuatrocientos años, “que permitía matar vascos”, el entrenador del Éibar, Garitano, da su rueda de prensa en vascuence, la lengua en que imparte instrucciones al mediocentro ghanés Derek Boateng; cuando los periodistas andaluces hacen ver que no se coscan de nada, Garitano los planta, saliendo en su defensa Luis Enrique, entrenador del Barcelona.
–¡Sólo faltaba! ¡Que no pudiera uno hablar en su lengua!
Ser asturiano y decir eso en Barcelona suena a Ciudadanos, pero era otra cosa.
Un paisano culto de Iñárritu, Alfonso Reyes, con los datos de los expertos que sostienen que el vascuence fue la lengua del Paraíso-Emundía, relata cómo una mañana, andando por Sagardúa-Kale, Adán, muy jebo, y Eva, muy chirene, se encontraron con la Serpiente, descolgada del manzano prohibido de Jangoicoa-Dios.
–La Serpiente habló con Eva. Eva convenció a Adán. Los manzanos sonreían. Y éste fue el origen de la sidra.
Luis Enrique es de Gijón.