Francisco Javier Gómez Izquierdo
El entrenador Djukic, ante la evidente falta de calidad de sus futbolistas, que también son los míos, prepara cada partido como si fuera una emboscada. Cual romántico bandolero, el primer mandamiento a sus hombres es que no descompongan la figura por muy acosados que se sientan ante la superioridad que se supone al enemigo y que pase lo que Dios disponga en un despeje. El segundo es que el tiempo corra sin sufrir heridas dentro del parapeto. Y por último, creer que la Fortuna está de su parte. Así se ganó al Athletic, al Granada y noche al Rayo Vallecano, un equipo al que estas temporadas siempre se le da la razón por tener como entrenador a uno de los profetas menores del fútbol moderno.
Paco Jémez es más del Córdoba que del Rayo. Es uno de los nuestros, de mi mismo barrio de Fátima, por el que su madre camina incansable para mantenerse en forma. En la cita casi clandestina que propicia la FEF a los equipos de medio pelo, parece que se le ha aquietado el ánimo y le ha entrado la melancolía por ver crecida una criatura que amamantó en sus pechos. Su Córdoba le ha salido respondón y en el fondo no le ha disgustado, pero el caso es que no ha estado bien el Rayo. Ni siquiera regular. Hemos visto un apelotonamiento de centrocampistas incapaz de individualizarse, a no ser ese extraño, para bien, Kakuta, al que ha incomodado un lateral que vino el día Reyes a Córdoba y que se llama Edimar como si fuera una urbanización en la Costa del Sol. Lento Trashorras, brusco Baena, nervioso Álex Moreno, desaparecido Jozabed y torpe Licá, sólo Bueno pareció peligroso en nuestra portería, aunque el mayor peligro lo creó Quini con un lanzamiento a la escuadra. Éste Quini es de Fernán Núñez y nieto de un señor al que iba a firmar el Real Madrid como extremo izquierdo, pero apareció Gento y Bernabéu se quedó con el que más corría.
Hemos ganado 1-0, pero el gol no lo hemos metido nosotros. El gol lo ha metido ese extravagante central, inquietante y sandunguero, que atemoriza más a su parroquia que a los delanteros rivales y que tiene por nombre Abdoulaye Ba, que más parece nombre de cantante que de futbolista. De tercer defensa ha jugado Tito, que, la verdad, no ha hecho nada de mérito. Del veterano portero Toño, nada que decir, pues el gol le ha llegado del pie del amigo. Yo me guardaría mucho de amigos con esas trazas.
Partido tan emocionante como feo, pero en el que hemos visto un delantero negrito que llegó antier desde Lisboa a Córdoba, procedente del Benfica, y que me ha parecido interesante, que diría el entrenador Michel. Bebé se llama y es portugués de nación. Dicen -no sé si será verdad- que vivía en un albergue y que Queiroz, aquel mediocre entrenador que engañó a tantos, lo vio un día jugar en un equipo modesto y convenció al Manchester para que lo fichara. Tras varias cesiones ahora estaba de suplente en el Benfica y alguien le ha recomendado Córdoba. Veremos..., pero tiene buena pinta.
Jugamos mal. Más que mal, feo,... pero Djukic sabe lo que tenemos y me está demostrando que es casi mejor estratega que entrenador, cosa que hemos de agradecer, pues con semejante plantilla todo lo que no sea práctico es insensatez.