Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En una escuela nacionalista los párvulos cantan al nacimiento (¿a las 17,14?) del Niño Dios:
–Estem farts de pagar impostos / per donar-los a Madrid. / Volem ja la independència / se’ns acaba la paciencia.
Esto no parece de Lope de Vega.
–Que Rajoy es foti ja / volem ser independents. / Au pastors anem contents / que ens espera el nostre Déu.
Y esto no suena a Joan Maragall.
“Que Rajoy es foti ja” suena al “Que se jodan” de la soldadesca que peleaba contra los boches en la segunda guerra mundial (“Que se j… Que se j… / Los guapos, los bajos y los altos, / Que se j… todos los sargentos…” Etcétera), acomodando la letra a la melodía “Benditos sean” (“Bless’em all”).
Los judíos de “La vida de Brian” no llegaron tan lejos como estos pastores del ser con el villancico separatista: el miedo al soldado romano que los cogía por la oreja para repasar las declinaciones los mantenía en el límite de la vergüenza.
Estamos ante un separatismo de zambomba y pandereta, la fiesta pagana del nacimiento del Sol, que es la tribu, con los párvulos, esos angelitos de confitería, aprendiendo a hacer butifarras a Rajoy como las del goleador Giovanni al Bernabéu.
–Es la salsa del fútbol –explicó entonces el directivo Gaspart.
Y, por lo que se ve, de la sedición en Navidad.
Los separatistas catalanes se creen más sentimentales (como sostenían Cambó y José Antonio, que lo tomaron de Ortega), y por tanto, diferentes (es decir, superiores) al resto. Están hartos de pagar impuestos (¿cómo se puede hacer objeción fiscal en un villancico?), y a medida que se acerca la Navidad, se ven con la familia, que es España, sentados a la mesa de Nochebuena para meterse entre pecho y espalda una purrusalda de bacalao… y quieren salir corriendo haciéndonos una butifarra.
A los demás nos encantan los cuñados y pagar impuestos.
–Si amores me han de matar / ¡agora tienen lugar! –salió canturreando San Juan de la Cruz por los pasillos del convento meciendo al Niño.