Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Tania Sánchez, nuestra próxima primera dama, según las encuestas, ha roto por el género chico, al pedir “un nivel mínimo de respetito” para su “pequeña relación” (desde Nicolás, todo parece pequeño en España) con Pablo Iglesias, que ayer presentó un programa económico elaborado por un tal Navarro al que Iglesias llamaba hace un año, con todos mis respetitos, “caradura”.
Con razón Fernando Tejero se arrepiente de no haber registrado su “un poquito de por favor”, dicho tumultuario propio de la cola de la “pescatería” que Tejero elevó a la categoría de eslogan de Tráfico, en cuyas vallas (Rivas es un bosque de vallas publicitarias) lo vio Tania Sánchez.
–Ahora me estaría forrando.
No es tan fácil, Tejero, y no lo digo porque eso mismo vinieran a decir ayer Rajoy y “Snchz” en el Congreso. Tenemos el caso de José Cortés Jiménez, “Pansequito”, que, con millones de discos vendidos, cobra de la Sgae, por derechos televisivos, 73 euros.
–No puede ser que cambies una nota a una sinfonía de Mozart y cobres derechos de autor –se queja en ABC el presidente andaluz de Autores.
Y es que, desde 2006, los autores que más cobran no son los que más venden (Alborán, Sanz, Bisbal…), sino artistas completamente desconocidos, “junto con esposas y madres, en algún caso”.
Desde que nuestra sociedad abolió, por clasista, la formalidad, el respetito dejó de ser una cortesía aceptada de antemano por todos para convertirse en algo que sólo se obtiene por el éxito (dinero), y hoy en España hay más negocio en firmar la música ratonera para el fondo de TV de las echadoras de cartas que en componer el “Concierto de Aranjuez”.
Sin dinero, en fin, no hay respetito que valga. La alternativa a la falta de dinero que falta al respetito es el “¡te meto un puño!” de los (pobres) matones.
En “América, S. A.” habla Halevi de un conductor de Mercedes que dispara en la cara al conductor de un Chevrolet barato que le adelanta en el puente Triborough de Nueva York.