Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La “milana bonita” del Régimen es la “España federal” a la que llama Pedro Sánchez en su papel de Zacarías (Paco Rabal) en estos Santos Inocentes que se nos echan encima.
La milana no era bonita porque era una grajilla, y España no puede ser federal porque es una nación (la más antigua), pero eso le da igual a la banda, que tiene un plan.
–El trabajo es la respuesta a la sedición –dijo Pujol cuando lo de Tejero (¡y qué trabajo!).
Ya se ve que la sedición, delito romano, se legisló pensando en los Tejeros, no en los Mases, a los que Torres Dulce, una vez que ha echado la pierna adelante, podría acusar de… ¡desobediencia! (dejar al este de España como si fuera el este de Ucrania, sin Estado), la misma acusación que en Madrid le cayó a Esperanza Aguirre por discutir en la Gran Vía con unos Agentes de Movilidad, que ya son nuestros O’Neill, el “navy seal” de Montana.
Lo malo de la socialdemocracia dominante no es que se haya apropiado del dinero; es que se ha apropiado del lenguaje, y ninguna palabra designa ya al objeto para lo que fue creada. Aun así, creemos haber entendido el plan.
–Se coge un cerdo y se le castra –arranca una receta de la Pardo Bazán.
Se coge a la milana y se la pela.
Para federar hay que tener estados. Descomponemos España en estadillos, como si fueran dientes de ajo. Sofreír (a impuestos) antes de federar. Y con eso ya tenemos a Cataluña hecha un estadín, que además, al federarse en España (tres vuelcos en la sartén), ni paga la deuda ni la echan de Europa, con lo que los demás estaditos federados (pienso en los cochazos con los banderines de Murcia, Cantabria o La Rioja) seguirían haciéndose cargo de su mercado.
–¡Milana bonita!
Es lo que, en socialdemocracia, se llama sustituir a la realidad por una fórmula.