Hughes
Abc
Pastor dedicó su programa al ébola. Con la intención de preguntar a «los que saben» empezó con un político de IU que es médico y acabó con otro que estuvo con el PSOE, el Sr. Bengoa. Además, entrevistó a Fernando Simón como si defendiera un escaño. La dulce, pero impertinente inquisición de Ana Pastor. Para alguien que como ella confesó en una memorable entrevista que alojaba inmigrantes en su casa, tuvo que ser desagradable (aunque no lo pareciera) el argumento de Llamazares contra la repatriación: «Había que proteger el país». Se agradece la exhaustividad de Pastor, porque poco quedó por preguntar. La impermeabilidad de las calzas, la longitud de una manga, las concretas medidas de la esclusa. Pero, como siempre en ella, la objetividad acabó siendo sospechosa y la altura moral desagradable. En algunos, estos «fact check» tienen el efecto de hacernos nacer una indeseada solidaridad con el político. Esto yo no se lo puedo perdonar. Porque no se trataba de saber más, sino de reunir cuantas más razones mejor contra el gobierno, cuando ya se ha reconocido que el protocolo falló y que las palabras y quizás las intenciones del Consejero fueron, como poco, desafortunadas. El ébola es algo nuevo en nuestras vidas, pero esta glorificación gremial (los enfermeros, esta vez), el «yoyalodije» sindical, la apropiación del dolor de alguien que se convierte en mártir y el atroz maniqueísmo son cosas ya vistas. El 13M de cada crisis o accidente. Eso sí, mueren diez personas por legionela en Cataluña y no se habla ni de víctimas ni de culpables. Ni de gobierno alguno.