Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El “Hemingway en Cuba”, 1984, lleva un prólogo de Gabriel García Márquez, que absuelve de contrarrevolucionario al escritor yanki (“si bien no se recuerda una opinión suya de aprobación pública, tampoco se conoce una de desacuerdo”) y que justifica la Revolución de los Castro Brothers por “el escándalo babilónico” y “la concupiscencia pública” (los comunistas hablan como curas con dinero de bolsillo) de las putas.
–La prostitución frenética que muy pronto iba a convertir a La Habana en el burdel de lujo de los Estados Unidos…
Me he acordado de las putas de Gabo al oír hablar del vuelco (electoral) que va a suponer “el caso de las tarjetas”, no sé si por lo que el plástico bancario pueda tener que ver con el apetito venéreo.
En la grande polvareda, un chota del PSOE, que no sabe que el vuelco sería hacia Podemos, fue a la Agencia Tributaria a denunciar a ochenta y seis consejeros del Oso Verde de Blesa (el mismo que becó a Pablo Iglesias) con los recortes de dos entrevistas de prensa: una a Pablo Abejas, y la otra, a Arturo Fernández.
Hombre, si la tarjeta de Pablo Abejas justifica una República Bolivariana, con los eres de Juan Lanzas estaríamos hablando por lo menos de un IV Reich, y no es ningún disparate, si tenemos en cuenta que la formación ciudadana en España corre a cargo de los canales culturales de Berlusconi.
El vuelco, pues, es mediático.
El viernes fui a Fuenlabrada a ver a Rubén Nieto pelear por el título de Europa. Nieto es chófer de profesión y boxea en fechas que descuenta de sus vacaciones. Como choca con la socialdemocracia, el boxeo es espectáculo clandestino: carece de publicidad. Pero a la una el pabellón estaba hasta los topes de currantes que se levanta cada día a las cinco. Vi muchas banderas nacionales y ninguna de Podemos, cuyo “proletariado” se reduce a los platós de Berlusconi, a la Complutense de Carrillo y a esa adolescencia pija que antes te lo juraba por Snoopy, y ahora, por Macumba.