Mafo, en traje y bicicleta por el Retiro
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Para pasear con Esteban, que es un cánido bretón, cambié Colón, ese belén municipal de las artes plásticas atestado de pastorcillos de bronce, por el Retiro, donde ayer casi me atropella un ciclista torpe… y trajeado: era Mafo, el hombre que más hizo por la crisis en España, y ahí estaba, sin escraches, anónimo, pedaleando con una superioridad moral que quitaba el hipo.
¿Qué tiene una bicicleta para volver loca a la gente?
Gecé alabó su superioridad estética (y fascista). Franco, su superioridad fabril (y manufacturera). Y Mafo, su superioridad moral, como Ana Botella, que promete vaciar de autos el centro de la capital y destinar el espacio a las bicicletas, idea digna de Tono Martínez, su gestor cultural, que gestionaría igual el Círculo de Podemos en Aravaca.
–Espero que lo escogerás con ruedas cuadradas –dijo un anticubista guasón a Apollinaire, que estaba en una parada de taxis y que había justificado el cubismo echando la pata por delante (“Cuando el hombre ha querido imitar la marcha, ha creado la rueda, que no se parece en nada a la pierna”).
Que me perdonen Mafo y Ana Botella, pero yo creo que una bicicleta es moralmente neutra, y les pondré dos ejemplos.
El malo lo refiere Steiner: “En 1906 fue inventada la palabra ‘judenrein’ (“sin judíos”, “limpio de toda presencia judía”) por el club de ciclistas de la villa austriaca de Linz”.
Y el bueno lo refiere Cioran, que en vísperas de la guerra dio la vuelta a Francia en bicicleta. Mircea Eliade, amigo suyo y agregado cultural en Londres, le preguntó cómo veía el ambiente en Francia ante la catástrofe que se avecinaba.
–Los franceses no lucharán.
Eliade lo comunicó a los ingleses, que no le creyeron, porque tenían a un Arriola en París entrevistándose con intelectuales que decían, todos, estar dispuestos a dejarse matar por “la France”. “¿Cómo sabía usted que no lucharían?”, preguntaron a Cioran tras la guerra.
–Porque recorrí el país en bicicleta.
¿Qué no sabrá Mafo del Retiro?