Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Como sus padres con la murga del 36, los Podemos nos vienen con la murga del 76 e Iglesias, ay, de rey del Glam.
–Te has quedado en el 76 / con Bowie y T-Rex. Eres el Rey del Glam, / nunca podrás cambiar / ajeno a otras modas / que vienen y van...
En la Complutense del 76 había al menos media docena de Iglesias por aula: más leídos (entonces todavía se leía) y con más coleta (entonces todavía había mili).
Aquellos tíos perforantes presumían de comunistas (hasta Tono Martínez, el gestor ciclocultural de Ana Botella, militó unos meses en el comunismo setentero), impostaban las cóleras humanitaristas de Blanqui sólo para suspender las clases y torcían por Rumanía, paraíso de Montañez en la tierra. Mientras, los profesores publicaban libros y obligaban a sus alumnos a comprarlos, como dicen que hace Monedero, el Raoni de Iglesias.
–Es profesor de la Complutense –te justifican el liderazgo de Pablo Iglesias.
Leo en Steiner algo que ya tenía comprobado: los mandarines de la universidad y los ratones de biblioteca no están formados en el heroísmo.
–El chantaje de lo “políticamente correcto” ha suscitado poca resistencia, poca “dignitas” entre los universitarios.
En el 76 aullaron con los lobos y, en premio, fueron devorados, como lo serán estos herederos suyos que aúllan con falsete (nómina del Estado), tapándose, eso sí, de ser comunistas (el género, dentro, por el calor) y situando el paraíso terrenal de Montañez en Venezuela, más glamouroso que Rumanía, ya que la gente se fija mucho y ve que el “hombre nuevo” que prometía Ceaucescu es ése que empuja por las aceras de Madrid el carrillo (¡justicia poética!) de la chatarra.
Lo malo de Podemos, pues, es lo que tapan, no lo que muestran, como su comprensión del terrorismo marxista-leninista (“¡Afirmados en Rusia, nos apoderaremos de España!”, oyó Sofía Casanova gritar a Lenin en Petersburgo). Esta sociedad perdió su derecho al escándalo con la suelta silenciosa de Bolinaga.