Abc
Este Mundial es una pelea de negros en un túnel con James en estrella de luz, como un cocuyo.
–¡Míralo, míralo, cagando en el tinajón! –se oye gritar en el “Cocuyo” de Severo Sarduy.
Pelea de negros en un túnel: ésa fue la metáfora del mundo que hizo Ortega, filósofo máximo de nuestra nación, hijo de Minerva y de uno de los gigantes que quisieron escalar el cielo.
Iba yo a decir que Brasil’14 es, después de todo, y todo es James, el Mundial de Messi, que ha barrido a Neymar y a Cristiano, cuando a la hora del Argentina-Bélgica en Madrid salió la noticia del corazón parado de don Alfredo Di Stéfano.
Di Stéfano constituye la norma fundante (“grundnorm”) del madridismo: la voluntad de ganar a cualquier precio.
Lo que pasa es que en esta época de socialdemocracia y pipas el señorío (o el señorear) de Di Stéfano sólo lo entendió Mourinho, que llegó a un Madrid que no era cabeza de serie en Europa.
¿Cuántos jugadores fundantes hay hoy en el fútbol?
Messi es el mejor futbolista de su época, pero no es un héroe fundante.
El resto es literatura.
Al periodismo deportivo le gusta Thiago Silva, que tiene labios de Yola Berrocal y es fervoroso cantando “Ó Pátria amada, Idolatrada, Salve! Salve!”.
–Toca el culo a Yepes –acota, catulario (de Catulo), Carreño.
A su lado, David Luiz es un Sergio Ramos escapado de la silla eléctrica.
En la banda bracea Scolari, que es como un Franco grandote, Franco dirigiendo la batalla del Ebro subido a un palé.
–Si no les gusta cómo lo hago, pueden irse al infierno –ha sido la forma de despachar a los periodistas de Scolari, que tiene un idea británica del infierno, un lugar donde la policía es alemana; los automovilistas, franceses; y los cocineros, ingleses. Como su equipo.
Neymar tiene engorilado a Carreño, pero ha acabado siendo un jugador menor, redimido (como Adán) por la vértebra, que en el Paraíso fue costilla.
De Brasil, al terminar los partidos, todos decimos lo que las novias con novio agnóstico cuando salen del Ayuntamiento de casarse por lo civil:
–¿Y esto era todo?
Las novias se comparan con sus amigas de boda en el Cristo de Burgos y nosotros comparamos a este Brasil con el del 82.
Pero, como se dice en Lavapiés, Brasil tiene “mucho culo” (fíjense en el del increíble Hulk), y eso hace que mucho español acuda en su auxilio, como el árbitro de la noche con Colombia, cuando todos queríamos ver a James, a quien llaman James con toda su “jooota”, el machete juanramoniano de la jota, los mismos piperos que nunca han leído a Juan Ramón y que a Jesé le dicen Yesé.
–Lo peor del árbitro fue haber dañado un partido que seguramente habría salido bonito si él hubiera impuesto autoridad desde el principio –tuiteó Alberto Salcedo Ramos.
James es un jugador de lo más bonito, y yo daría media plantilla madridista (incluida la del departamento técnico) por tenerlo en el Madrid, con Falcao o Benzemá.
Colombia, que ya habla el mejor español, juega el fútbol más vistoso. De hecho, ese James juega como Fernando Vallejo escribe, de modo que a su lado (y no miro a Isco) todo el mundo parece Paulo Coelho.
James, el de los goles que sólo marcan los colombianos (“gol, hijueputaaa”) sería la ilusión de tener con qué ganarle al Barcelona.
LA LIBRETA DE VAN GAAL
Van Gaal no es maestrillo de librillo, sino “majareta” de libreta. Si Felipe González decía que a Fraga le cabía el Estado en la cabeza (?), nosotros podemos decir que a Van Gaal le cabe el fútbol en la libreta. De momento, ya tiene en semifinales del Mundial a la mediocre Holanda, gracias a su libreta y a una tanda de penaltis salvada con un portero especialista sacado de la chistera, que también está en su libreta, con el pelotón de fusilamiento ya formado. Eso, aquí, sólo lo hacía Cruyff, que tenía de portero a Zubizarreta y que con decisiones así refundó el “culerismo”. Rechazar a Cruyff (“no me gusta su jeta”) fue el gran error de don Santiago Bernabéu, compensado históricamente con el gran acierto de contratar a Di Stéfano.
Van Gaal no es maestrillo de librillo, sino “majareta” de libreta. Si Felipe González decía que a Fraga le cabía el Estado en la cabeza (?), nosotros podemos decir que a Van Gaal le cabe el fútbol en la libreta. De momento, ya tiene en semifinales del Mundial a la mediocre Holanda, gracias a su libreta y a una tanda de penaltis salvada con un portero especialista sacado de la chistera, que también está en su libreta, con el pelotón de fusilamiento ya formado. Eso, aquí, sólo lo hacía Cruyff, que tenía de portero a Zubizarreta y que con decisiones así refundó el “culerismo”. Rechazar a Cruyff (“no me gusta su jeta”) fue el gran error de don Santiago Bernabéu, compensado históricamente con el gran acierto de contratar a Di Stéfano.