José García Domínguez
"Pertenezco a una generación que ha dejado de ser católica por el mismo motivo que lo fue la de sus padres: sin saber por qué". Y sin embargo Dios, reflexionaba antes de perderse en el delirium tremens por los callejones de la Lisboa vieja el mismo Fernando Pessoa que había escrito esas palabras, aún siendo improbable, es posible. Otra época. Otro espíritu. También, ¡ay!, otra prosa. Sobre todo, otra prosa. Aún no había llegado el tiempo de los Richard Dawkins y sus romas miríadas de monaguillos teófobos, los devotos predicadores del rosario positivista con su muy pacata fe del carbonero en la ciencia y en esa risible superchería pagana, el llamado progreso. Sin duda, lo peor de la muerte de Dios resultan ser los toscos sucedáneos que han venido a usurpar el espacio del misterio que ocupara la vieja religión.
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