Coronado de Espinas delante de la Merced
La Merced saliendo del Zumbacón
Ecce Homo de la Estrella girando en Torres Cabrera
Portacirios en plata
Portacirios
Detalle
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Sale temprano -la primera del Lunes Santo- La Merced, tras el Coronado de espinas, y a la puerta espera la abuela del preso, la novia melancólica, la madre reciente que hizo promesa.... y el futbolista. El futbolista es joven y ha jugado dos partidos en el equipo grande. Ya no puede hacer de costalero por si se lesiona, pero el futbolista se emociona cuando a su virgen los cordobeses la dicen guapa y las cordobesas reguapa. El doloroso llorar de La Merced sobrecoge a la multitud que dirige el camino hacia Colón donde bailan a la Estrella entre palmeras. Después de buscar a la Sentencia en la Judería, y ver cómo dobla en Cardenal González, aligeramos el paso por coger buen sitio en San Lorenzo. Imposible. El Cristo de Ánimas es la procesión más procesión. De austeridad castellana, no lleva banda y todos los penitentes van rezando. Respeta el público el recogimiento cofrade y escucha las avemarías y el miserere con mucho silencio y el corazón en un puño. El Cristo del Remedio de Ánimas llega al barrio del Realejo y de pronto salta la voz potente de un saetero. A mi lado un japonés se limpia los ojos.
Sale temprano -la primera del Lunes Santo- La Merced, tras el Coronado de espinas, y a la puerta espera la abuela del preso, la novia melancólica, la madre reciente que hizo promesa.... y el futbolista. El futbolista es joven y ha jugado dos partidos en el equipo grande. Ya no puede hacer de costalero por si se lesiona, pero el futbolista se emociona cuando a su virgen los cordobeses la dicen guapa y las cordobesas reguapa. El doloroso llorar de La Merced sobrecoge a la multitud que dirige el camino hacia Colón donde bailan a la Estrella entre palmeras. Después de buscar a la Sentencia en la Judería, y ver cómo dobla en Cardenal González, aligeramos el paso por coger buen sitio en San Lorenzo. Imposible. El Cristo de Ánimas es la procesión más procesión. De austeridad castellana, no lleva banda y todos los penitentes van rezando. Respeta el público el recogimiento cofrade y escucha las avemarías y el miserere con mucho silencio y el corazón en un puño. El Cristo del Remedio de Ánimas llega al barrio del Realejo y de pronto salta la voz potente de un saetero. A mi lado un japonés se limpia los ojos.