Chinchón
Chinchón
No hay mito más indestructible entre los pedabobos que el de la inmaculada infancia. Este mito nos ofrece como dogma de fe las ruedas de molino de que el niño nace no solamente bueno, sino científico, artista y poeta, pero la escuela, esa madrastra sin alma, le va agostando poco a poco las dotes con que lo trajo al mundo la madre naturaleza. Leyendo a algunos, uno no puede reprimir la sensación que que están convencidos de que la infancia es la culminación de la vida del hombre, y viven en consecuencia.