Con los restos hallados (junto a los de un cervatillo) hace dos años en la cueva del Portalón, en los yacimientos de Atapuerca, sabíamos que se trataba del esqueleto completo de un niño o niña de unos siete años de edad y que vivió en la Sierra hace 4.500 años. El niño (hablamos en masculino, pero el sexo sigue sin determinar) sufrió dos enfermedades metabólicas asociadas a la malnutrición. Cuando tenía entre 1 y 3 años padeció raquitismo, y después, entre los 3 y los 5 años, sufrió escorbuto. Dos crisis muy seguidas que pudieron hacer mella en la salud del pequeño y determinar con ello su temprana muerte, aunque ese dato no se ha podido confirmar con el estudio de los fósiles. «Seguramente estas enfermedades le dejaron debilitado, pero es imposible conocer si como consecuencia sufrió alguna infección que le causó la muerte».