Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Poder es poder, que diría Boskov.
Así como de María Soraya, vicepresidenta del gobierno, en cuanto surge un reproche, el resto de la mesa, como las brujas de Macbeth, protesta a coro “¡Pero es abogada del Estado!”, de Maleni, un día ministra de Fomento, recuerdo que todo el mundo te decía: “¡Ni te imaginas lo que vale!”
Según la juez Alaya, treinta millones de euros (al cambio, cinco pellones de los de Antonio Burgos), que a mí me parece dinero bastante para asar una vaca (“y aquí hay dinero ‘p’asá’ una vaca”, que dijo la señora madre de Juan Lanzas).
¿De dónde salen las cuentas de la juez? A saber, pues uno sabe de estas cosas por la prensa, y del encuentro entre la juez y la gran ballena blanca del socialismo andaluz la prensa sólo destacó que “la magistrada ha elegido para el interrogatorio un traje rojo mientras que la exministra lleva un vestido estampado y una chaqueta naranja”, y tampoco tengo a mano el diccionario Akal del color para hacer mis deducciones.
Pero si un millón de pesetas le daba a Julio Camba para hacer de Getafe una nación, treinta millones de euros dan para un cambio de régimen, en España o en el Real Madrid.
Treinta millones es lo que Florentino Pérez pagó por Coentrao y casi le cuesta la presidencia con la prensa: no por los treinta millones, sino porque el futbolista era paisano de Mourinho y salió fumador.
Y los treinta millones de Alaya pueden costarnos un cambio de régimen: si tengo un amigo que por cuatro perras sueña con la coronación del Príncipe esperando una amnistía fiscal, puedo imaginar el sueño de Maleni, cuyo valor admiro: en vez de recibir la fianza con risas (o con llantos), saca una nota de extrañeza, ya que “ni la Junta de Andalucía consideró necesaria ni oportuna en ningún momento la adopción de medida cautelar alguna”.
Ese régimen redondo que parecía el socialismo andaluz (la derecha paga y la izquierda reparte) está en peligro por treinta millones de euros.