Piqueta del comunismo cordobés
contra la ignominia del año en que nacimos
Mezquita desconsagrada por el poder civil
Francisco Javier Gómez Izquierdo
En la Junta de Andalucía, y para dar fuste al gobierno de coalición progresista, entre Susana Díaz y Diego Valderas colocaron a dedo a un racimo de comunistas recalcitrantes, cordobeses de nación, a los que buscaron acomodo bien remunerado.
No encontrándolo, y en atención a su falta de habilidad para cualquier empleo que requiera cierto conocimiento, dejaron que hicieran lo que quisieran y para justificar el sueldo se armaron de bolígrafo y papel para derrotar definitivamente al general que mandó en España y tras nueves meses se cree sacarán una criatura que mande destruir todos los símbolos que puso Franco en las paredes. “Ayuntamiento que no derribe restos tan ignominiosos no recibirá subvenciones de la Junta”, creo que va a ser el primer artículo no sé si de una ley, un reglamento o un decreto.
Para hacer méritos ante tan sorprendentes barandas, el resto de individuos de la parcialidad va de disparate en disparate en la ciudad de los califas y así un profesor nada menos que de Universidad y además de Derecho, ha encontrado el secreto mejor guardado de la Mezquita: que es de los curas gracias a una ley franquista. Concretamente una Ley Hipotecaria de 1947. Dice el profesor -¡sale cada profesor de Derecho por el tele que válgame el cielo!- que el Obispo de Córdoba privatizó -¡ojo con el concepto!- la Mezquita en 2006, con el delictivo acto de inscribirla para el obispado en el Registro de la Propiedad.
No tengo estudios y no estoy en disposición de discutir al profesor Antonio Manuel, que así se llama el hombre, pero estoy seguro de que antes de nacer Franco ya se usaba la Mezquita como catedral católica. Es más, tengo leído que Fernando III, que fue burgalés y mi patrón de Ingenieros por tener categoría de Santo, la hizo catedral a principios del s. XIII y puso allí un obispo. Luego se ampliaría con Carlos V y Felipe II a mayor gloria de Dios. Está documentado que en los últimos nueve siglos hicieron uso de la Mezquita-Catedral los curas católicos, a los que el reputado jurista llama usurpadores.
El profesor Antonio Manuel creo que no ha reparado que bajo la mezquita árabe quedan innumerables restos de una basílica visigoda -pueblo de gentes cristianas- levantada en honor de San Vicente y que ¡vaya por Dios! fue antes que la Mezquita. Tampoco hace mención al uso siempre religioso y nunca civil de un edificio al que parece pretende convertir en el hogar del jornalero, con Sánchez Gordillo retando a Pablo Iglesias -¡otro profesor!- a un ping-pong de 11 tantos.
Los cordobeses no tienen interés por saber si los visigodos cedieron con papeles el terreno de su iglesia a los árabes y si estos entregaron de buen grado su santuario al rey Fernando. Lo que siempre han entendido los cordobeses es que en la Mezquita se lleva celebrando un culto secular, oficiado por sacerdotes católicos y les suena a “chalaúra” el disparate del docente.
Ya he contado varias veces que me trato con mucha gente de Derecho y en charla con uno aplicado me nombra la figura de la “usucapio”, que en román paladino es el derecho a un bien sin amo documentado por el uso continuado. Me habla de años y no de siglos por lo que el profesor universitario Antonio Manuel debería saber que a pesar de que el comunismo español es anterior al mandato de Franco, resulta muy posterior al de Fernando III, y no digamos al de Abderramán, por lo que su aspiración a la propiedad de la finca nos la hemos de tomar como mérito civil en la eterna lucha contra Franco, a quien un día de estos, entre él y otros pocos, derrotan definitivamente. ¡Al tiempo!