viernes, 28 de febrero de 2014

Cádiz de Carnaval*










 (Colección Look de Té)
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*Gran fenómeno gaditano. Si me lo cruzo doy gracias a Dios
 porque me da suerte. Bendito Peque en el bendito Salmonetes. (Hughes)

Fetén

Entre suspiro y suspiro

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Habla Hughes del “madridismo rubio” que ha visto en Alemania: son los nietos de Juanito Valderrama (la Generación Mejor Preparada de la Historia), que siguen poniendo cañas, pero orgullosos de un madridismo “no ibérico y nada toreril”. Pobres.

    Un madridismo posmoderno, como de El Juli, que el miércoles, a la hora del fútbol, en el Círculo de Bellas Artes, donde Sabina le canta a Pilar Bardem, presentó, “de corto y oscuro”, su plan industrial para el 14.

    Ese mismo día, en Casa Salvador, donde el Porrina de Badajoz le cantaba a Ava Gardner (de coruscantes muslos), unos amigos almorzamos con los amigos (Carrasco, Núñez, Juan Barco) de un príncipe de los ingenios, Curro Fetén, como nos teníamos prometido desde la cena de toros en ABC. Un madridismo fetén.

    Fetén almuerza con Domingo Dominguín (el Dominguín comunista) en Colombia: piden una fuente de caviar, y entra su hermano (beneficiario de los coruscantes muslos gardnerianos) con el presidente del país, a quien le son presentados los vecinos de mesa por Luis Miguel: “Dos comunistas españoles comiendo”.

    –Curro, en esa venta se tiene que comer bien –le dicen un día, por Burgos–. Hay muchos camiones en la puerta.
    
Desengáñate. Donde se come bien es donde hay muchos Mercedes.
    
Hoy ha muerto Paco de Lucía, y sale a colación lo de Fetén con el guitarrista y un famoso sablista con cueva en el Sacromonte. Curro les llama “colegas” y Paco no sabe por qué:

    –Porque los dos vivís del toque.

    Es martes y 13, y Curro aborda a un gafe que llega a la barra:

    –Anda, paga, que hoy celebras santo y cumpleaños.
    
A un trepa que le colocan en la radio, viéndolo ayuno de tauromaquia y ahíto de lo que lo parece, le hace la confidencia fatal (que el trepa corre a soltarla):

    –¿Has visto qué vergüenza? ¡En Madrid, y todos los picadores sin coleta!
    
Y a un famoso comunicador que, achispado, va tras de él haciendo el cojo, revolviéndose: “¡Ay, como me ponga yo a hacer el hijo de p…!”

    Nada así ha dado el fútbol.

Primus circumdedisti me


El Juan Sebastián Elcano (al paso de cebra),  esta noche

Viernes, 28 de febrero

Los 80
Militaria
Los apuntes de la p... mili

Dos

jueves, 27 de febrero de 2014

Los últimos días de la ciudad. Culta evocación de Balmoral, con Jorge (Berlanga el de las rubias) al fondo


Balmoral


Vicente Llorca 

Mercaderes e industriales no deben ser admitidos en la ciudad
porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud.
Aristóteles


En el ocaso de la ciudad dos acontecimientos vienen a señalar el final de ésta, la antigua polis.

El primero es el cierre de Balmoral, el bar inglés de la calle Hermosilla. El segundo, la celebración, un pasado fin de semana, del Día de la Bicicleta.

Sobre el primero no hay mucho que decir. Balmoral era uno de los últimos lugares donde la urbanidad aún podía ejercer su función simbólica – y alcohólica, ciertamente.

Decorado con los trofeos de quién sabe qué montería remota, qué safari perdido en la memoria –acaso nunca tuvo lugar, acaso los trofeos los compró un parroquiano con ínfulas en la tienda del taxidermista de sueños–, los clientes podían, al entrar en el oscuro bar de madera y rebecos con polilla, participar de la ilusión de un pasado venatorio, cuyas hazañas se rememoraran más tarde en el garito de la calle Hermosilla.

La mayoría de ellos no había participado jamás en las épicas monterías de la sierra de San Pedro. Ninguno en la pesca del salmón en las Highlands escocesas. Ni siquiera en las minuciosas tardes del Tiro de Pichón de Somontes –muy venido a menos desde que el Rey abandonara la capital, rumbo a Cartagena y al exilio, es cierto. Pero es lo que tiene la antigua urbanidad y los ritos de la polis. Que cualquiera puede participar de su simbología, con apoyarse en la barra del bar y solicitar a Alfonso, el barman, un gimlet.

La ciudad está hecha de símbolos. Y de buenas maneras. Y Balmoral era el lugar de lo simbólico. Y de las formas.

Sólo así podría explicarse que personajes como Manolito S., cuyas últimas rentas habían desaparecido hacía varias décadas, pudiera seguir alternando, y bebiendo alegremente, a cuenta de unas fincas de la familia que ni los más remotos –y el bar estaba lleno de personajes bastante remotos– podían recordar.


Jorge Berlanga

Manolito, simpático y ocioso, se juntaba en la tertulia con Carlos, ganadero salmantino que de la finca sólo guardaba los blasones –porque aquélla se la había comido el banco hacía tiempo– y unos alfileres de corbata con el hierro de la extinta ganadería, a los que paseaba por los bulevares, y que eran el último lugar en la que ésta podía pastar. Y con Carlos R., excelente escritor,  al que la familia había desheredado hacía años, porque se había casado con una plebeya. Y con su prima D., que siempre sonreía y nadie le preguntó por qué, y se aseguraba que había tenido amores con Curro Girón, entre otros. Y con el Vizconde de X, que se había jugado los últimos inmuebles al giley –aunque él aseguraba que el proceso que se los devolvería estaba siempre en marcha. Al fondo, en unos divanes, Jorge Berlanga alternaba con los García Alix y otros moteros de rumbo, Jaime Urrutia tenía aspecto de Gabinete Caligari y Luis Alberto de Cuenca representaba de poeta formal –que es lo que era.

Los modernos de la época vestían de cuero. No se sabe por qué había que vestir de cuero para acudir a Balmoral. Quizá fueran los blasones, oscuros y modernos, de los de las motos, a juego con los gemelos del vizconde, que reposaban sobre la barra. (Siempre había alguna rubia. Con Jorge siempre había alguna rubia. Sin heráldica, pero con calcetines a rayas).


Jorge Berlanga

Todos ellos tenían cuenta en el bar. La cuenta, quién lo duda, nunca era exacta y nunca era liquidada. Un bar inglés, de nombre dinástico, permite que, al igual que ninguno de sus contertulios hubiera entrado jamás en el castillo escocés, tampoco tuvieran en él entrada las matemáticas. El lugar se denominaba Balmoral y la cuenta se llamaba así y ninguno era lo que era. Sino su urbana ceremonia.

En la ciudad, el bar es el último reducto de lo simbólico, el escenario donde toda representación puede tener lugar. Y en donde el símbolo, marca de la sustitución, encuentra su función –entre los dioses del lugar: un Bloody Mary sangriento, y un martini que decían era el mejor de la ciudad. Esto último era falso, a todas luces. Pero, también la hipérbole es parte de la representación.

Sólo allí podían tener cabida las cosas inexistentes: las fincas que ya no poseían; las monterías que nunca habían tenido lugar; unos títulos remotos en litigio; la ganadería que se llevó la hipoteca años ha. Las motos que jamás habían recorrido la 66; el libro en ciernes que nunca se iba a editar; una revista que nunca vio la luz… O, apoteosis de la sustitución, el rubio de las rubias amigas de Jorge, exagerado a todas luces y que de rubio sólo tenía el tinte –excesivo, insisto.

El bar, finalmente, como tantos otros templos de la cultura madrileña, se cerró una mañana. Hubo quien dijo que el encargado se había permitido ciertas familiaridades con la propiedad; quien habló de unas palmadas en la espalda a destiempo… Pero esto último nunca se pudo comprobar. Los tiempos suprimían todo ritual –entre ellos el de las cuentas metafóricas. La calle Hermosilla se convirtió en un solar.

Frente al juego de la sustitución y al ritual de las cosas que ya no existen –pero que siguen presidiendo el bar – ese invento inmediato, mecánico, del pedaleo.


Un ciclista en Pontevedra

Los autómatas de poliester, ajenos a toda representación, invaden las calles. Es el suyo un esfuerzo simple, sin metáforas. Cuanto más pedalean, más avanzan. Y si dejan de pedalear, se paran. Su evidencia mecánica está reñida con el paseo, que han desterrado, por suicida, de las calles de Madrid. Era éste, por el contrario, otro rito de lo simbólico, y generosa demostración de urbanidad –y erudición incluso.


El ciclista de Pontevedra

El paseante por los bulevares –que también han desaparecido– nada sabe de lo mecánico. No mide sus pasos ni quiere llegar a ningún lugar. Pasea porque es superfluo y nada más lejano al cálculo que sus pasos inútiles. (José Moreno Villa relata en algún lugar que caminando con Emilio Prados desde la Residencia de Estudiantes hasta el domicilio que tenía éste en Madrid se enfrascaban de tal manera en la conversación que, sin darse cuenta, regresaban a la Residencia, y tenían que volver desde los Altos del Hipódromo de nuevo, hasta que alguno cedía. Sabia inutilidad).

Ajenos a todo lo que no sea la ley de la palanca directa, los velocipedistas inundan calzadas, aceras, y plazas, y hasta el antiguo carril del trolebús, reduciendo la épica urbana así a una prosaica página de sudores y de cadenas engrasadas.

Su único ejercicio simbólico –desterrados los últimos paseantes de los bares y las calles– parece ser precisamente el de la celebración de un Día de la Bicicleta, el cual fue anunciado profusamente por todo Recoletos, y hasta en la fachada del Banco de España, con carteles gimnásticos.

Celebrando el tal, una mañana aciaga, un grupo de ciclistas se encontraba descansando, arrumbados en las escaleras de la iglesia de San José, en la calle Alcalá –aneja a la antigua Granja del Henar, garito en el que Valle-Inclán proclamaba a diario su desaforado reto a la monarquía borbónica. Y a todo lo demás.

Tumbados en los escalones, los gimnastas almorzaban sus viandas, que extraían  envueltas en papel de plata, y rodeados de pródigos ingenios mecánicos. Al fondo, el atrio, los carteles ya inútiles de la iglesia, en aviso baldío de tridúos y novenas varias. El simbolismo, todo ritual han quedado postergados por la gimnasia, la nueva ideología del esfuerzo animal. Tan simple. Tan lejos de la polis. Las mallas brillantes, los envoltorios satinados. Los cascos ultrasónicos y los contadores de pasos. El ejercicio inmediato y el almuerzo prosaico, también.

Eran los últimos días de la ciudad, como supimos después.


La calle de Serrano

Crónica del concierto de DeWolff + Vucaque

Ariel Ruiz (Vucaque), en la Wurlitzer

La sala Wurlitzer es para muchos uno de los locales de visita obligada para los amantes de la música rock en Madrid y el pasado jueves 13 de Febrero recibía a unos invitados muy especiales, los holandeses DeWolff, que comenzaban así su primera gira por España.

Este potente power trío fue formado en 2007 por los hermanos Pablo (guitarra y voz) y Luka van de Poel batería) y Robin Piso (órgano Hammond); desde entonces no han parado y ya han grabado su cuarto álbum, DeWolff IV, y han actuado en algunos de los festivales con más renombre en el panorama musical Europeo, como el Pinkpop, Sziget (Hungría), Lowlands (Holanda) o Live Rock (Italia).

Los encargados de inaugurar la noche son Vucaque, una banda made in Madrid formada por Ariel Ruiz Picot a la guitarra, Daniel Rodríguez Huertas a la batería, Rubén Sánchez al bajo y Jorge Coello a la voz. Su música tiene claras influencias de blues, rock y psicodelia, con toques muy Zeppelin. En junio del 2013 sacan un EP producido por Francisco Simón, guitarrista de Red House, en los Buganvilla Estudios, con la ayuda de Carlos Sartorius y fueron ganadores nacionales del Emergenza 2012. Una banda joven con mucho que ofrecer.

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Baulke 1 – Real Madrid Clap Your Hands Say Yeah 6.

Entre suspiro y suspiro

Sergio Ramos es mirarse al espejo por las mañanas pensando que estamos buenísimos. Ayer el andaluz estuvo muy bien.

Jarroson

1. Todo el mundo en el Real Madrid tiene ganas de Copa de Europa. Se nota en los aficionados, se nota en el club y se notaba en los jugadores al salir del vestuario: Alonso estaba tan metido en el partido que salió de la caseta en camiseta, dándole al barbas que saludaba a los jugadores la sudadera del chandal. Se impone definitivamente Carvajal en el lateral derecho o eso parece a tenor del once de hoy, que suponemos día de fiesta mayor. No se sabe si el 4-3-3  ha encontrado a los jugadores que mejor lo visten o los jugadores se aplicaron para encontrar al sistema, pero hay un once más o menos fijo colocado en 4-3-3 como pájaros en una columna migratoria a lo largo de 4000 kilómetros. Una vez leí una conversación entre @percivalesco y @la_meseta_über en la que decían que este equipo ancelottiano tiene algo característico de los equipos del Madrid campeones de Europa: la presencia de un jugador -en este caso Di María- en el once titular de forma un tanto improvisada. Di María es en este dibujo el Mc Manaman de Del Bosque en 2000 o  Solari acompañando a Makelele en 2002.

(...)

3. Del Schalke 04 sólo sabíamos dos cosas: que fue el primer equipo con techo en el campo y que es el equipo más pagafantas del mapa europeo tras el propio Real Madrid, impresión acentuada al contemplar la pancarta ‘¡El mito vive!’, en homenaje a un tipo que se fue de allí en cuanto dejó de cobrar el subsidio del Madrid. No sabemos mucho más de Khedira, salvo que ya dobla la rodilla a 90º porque le vimos sentado en el campo. La extraña repartición de la herencia de la portería a cargo de Ancelotti dejó a Casillas ante su sexto partido serio de la temporada a finales de febrero.

(...)

Yo, como terco hijo de puta que soy, celebré la parada de Casillas como en 2007 celebraba los goles de Raúl.

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Entre dos aguas


Entre suspiro y suspiro


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Va a ser imposible defender la alegría: no esa alegría ovina del motete de Benedetti que cantaban los Belén ante el pino navideño de Zapatero, sino aquella alegría guitarrera del español que en la calle “veía caminar a Rafael el Gallo” y oía tocar a Paco de Lucía.
    
Ha muerto Paco de Lucía. (¿Quién lo engañaría para salir con el muermo de Santana en Usera?)
    
Y Manolo Sanlúcar firma con Mayor Zaragoza por la expropiación de la Catedral de Córdoba para entregarla, no a los visigodos de San Vicente, sus primeros propietarios, sino a los musulmanes, que los desahuciaron, mientras el rajoyismo se mueve “entre dos aguas”, como un primorriverismo laico y liberal.

    –¡Háblenos de Ceuta, señor Rajoy! –pedía en el Congreso Rubalcaba, con mucho temblor de sotabarba caruncular.

    (Como sea que Rajoy también gasta ya su apunte de sotabarba como de pavo, pensé en Alberto García-Alix retratando a Jesús Posada de pavera, entre su Cánovas y su Sagasta del momento: la mítica pavera de Alfonso en el Madrid del 22.)

    ¡Ceuta!

    Primo perdió el cargo de gobernador militar de Cádiz por proponer públicamente el canje de Ceuta por Gibraltar. Después, con el visto bueno de los socialistas, que engordarían como tudescos, montó el primorriverismo, un “ismo” de muchísima fe (“confiar en Dios y veremos”, fue su sistema) y de muchísimas reformas materiales que cometió el error de marginar a la “intectualidá”, con lo que eso supone en España.

    Para la “intelectualidá”, que nunca cambia, los tres peores ministros del primorriverismo fueron el de Instrucción Pública, el de Justicia y el de la Gobernación, como ocurre hoy con Wert, Gallardón y Fernández, en tanto que Rajoy parece aceptar de cada día lo que pueda dar, esperando a que lo demás lo traiga el mañana, astucia que se confunde con debilidad moral.

    Cómo verá su futuro electoral el Münchhausen de Solares que suplicó que a él (¡a Rubalcaba!) no le multen, si pone en la calle una mesa petitoria.

Disney ataca de nuevo





José Ramón Márquez

En la calle de Jorge Juan, en la marmórea fachada del Banco de Sabadell, asoma de nuevo la larga mano de Walt DisneyCon todos los eusko killers en la calle, que aquí no ha pasado nada, el término «asesinato» ya sólo es de aplicación a los animales y el pensamiento blando que humaniza a las bestias se va abriendo camino mansamente en una sociedad anestesiada que ya está a punto de comenzar a creer en que los filetes se crían en bandejas de poliestireno tapadas con un film transparente.
Anteayer fueron los toros, vía Ferdinando; ayer los conejos, vía Br’er Rabbit, de Canción del Sur, con James Baskett anegado en almíbar mientras canta Zip a Dee Doo Daah; esta mañana  le toca  a la caza, combatida de manera exagerada por un hombre armado de un spray, que sin duda lloró amargamente ante la inicua muerte de la madre de Bambi, que se apiadó ante la mansedumbre de Lamberto el león cobarde y que no dudaría en abandonar a su propio padre en una gasolinera al inicio de sus bien merecidas vacaciones estivales o defender desaforadamente su posición en una fila frente a un semejante.

Un loco en la cima del racionalismo

Entrevistador: Tu admiras a los reformadores sociales del siglo XIX, especialmente a Auguste Comte, el fundador del positivismo.

Houellebecq: Mucha gente encuentra a Comte ilegible porque se repite a sí mismo hasta la locura. Y desde un punto de vista médico, ciertamente no estaba muy lejos de la locura. Hasta donde yo sé, es el único filósofo que ha intentado suicidarse. Se tiró al Sena por un desengaño amoroso. Lo sacaron y pasó seis meses en un sanatorio. Y este fue el padre del positivismo, que es considerado como la cima del racionalismo.

De cómo en los bajos de Las Ventas se impone el verde


 La nueva fachada

 Oferta de pallets

 Celosía en verde

 El arado subsolador y el dúmper

El dúmper y la arena

José Ramón Márquez

Algo ha debido pasar en el Leroy Merlin del suave Abella, conocido por tots els seus amics como Abeya, que ahora tiene como si dijéramos menos presencia. Pensamos que tratándose de una sana iniciativa de diversificación de negocio, de negoci, la iniciativa abeyana de montar en los bajos de Las Ventas un almacén minorista de materiales de construcción contaría desde su gestación con los necesarios business plans elaborados desde organizaciones de solvencia contrastada como McKinsey o la London School of Economics que avalarían con sus números las innegables expectativas y por eso extraña comprobar que el volumen de negocio ha disminuido netamente en los últimos días, lo cual nos lleva a pensar que acaso la revolucionaria iniciativa pionera del emprendedor Abeya, nada menos que tratar de montar un negocio de venta de materiales de construcción en espacios que no sirven para nada y que están ahí baldíos sin producir un céntimo, por mucho que estén en la llamada la Primera Plaza del Mundo, haya podido ser vista con malos ojos, la proverbial envidia española, por algún jerifalte que haya sentido celos del éxito en la emprendeduría abeyana, concebida con todo el bon seny del botiguer que tantos catalanes llevan en su corazón.

A lo mejor le pasa a Abeya como a aquel ingeniero cubano, Waldo B., con el que uno trataba cuando servía a una firma multinacional: en un momento fue requerido a deponer ante el correspondiente ministerio para explicar por qué estaba yendo tan bien la empresa que aquél regentaba en la Perla de las Antillas, y el hombre se compadecía mientras preparábamos el argumentario para los aparatchik:
 
-Ay, mi hijo, es que acá se puede morir de éxito.
 
Acaso Abeya, como Waldo, haya sido víctima de su éxito. O acaso es que se haya optado por otra estrategia de márketing, un rediseño de la estrategia de comunicación y una nueva imagen corporativa. El hecho es que ahora el negocio ha optado por el color verde, pues es sabido que la ecología es valor en alza, y con ese color se han dispuesto unas telas que ocultan los materiales de construcción. Claramente se ve que han decidido tener menor stockage, de acuerdo a las nuevas tendencias en distribución, y han rediseñado la zona de exposición con un concepto más minimalista.
Son tiempos difíciles y por ello es que conviene apoyar todas las iniciativas destinadas al fomento del empleo; no es hora de cicaterías ni de falsos golpes de pecho, y por ello, hay que reconocer que la obra de Abeya es, ante todo, de puro interés social, pues bien es sabido que la construcción da trabajo a miles de personas. Por ello no nos cabe duda de que en otras épocas, no tan remotas, una audaz iniciativa de este tipo habría sido suficiente mérito como para que nuestro encantador emprendedor fuese considerado como digno acreedor a la Medalla al Mérito en el Trabajo, galardón que desde aquí reclamamos para él por ser de pura justicia.

Jueves, 27 de febrero

 Los 80
Militaria
Los apuntes de la p... mili
Uno

miércoles, 26 de febrero de 2014

Verificaciones

Asturias, 1934


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El principio de verificación dice que si a una gallina le das de comer un día, otro día y otro día, al día siguiente también le darás de comer.

    Entonces Popper dijo que la validez de una hipótesis no depende de las veces que se repita un experimento, pues basta un solo resultado negativo para probar su falsedad: al día siguiente, en efecto, a la gallina no le das de comer, sino que le cortas el pescuezo. Es el principio de falsación.

    Y es una pena que no sea la BBC la que verifique el estado de la Nación, pues allí veríamos que a Rajoy, en tanto que jefe de gobierno (la sartén por el mango), le sirve el principio de verificación (cada día, un brote verde a la gallina), mientras que a Rubalcaba, en tanto que jefe de la oposición, sólo le vale el principio de falsación (matar a la gallina, y no creo que la falta de sartén impidiera a ese hombre rebanarle él mismo el pescuezo).

    La gran verificadora de España es Inglaterra, y no sólo por la performance etarra del otro día en la BBC. Ahí está su Peñón (que ahora pretenden coronar de rascacielos), desde el que se divisa toda la península. Ahí están sus hispanistas, cuya fama les precede en los restaurantes. Y ahí están sus señoritas Wilkinson.
  
En el 34, tras el golpe asturiano de la izquierda contra la amada República, Inglaterra nos envió a una de sus mises socialistas, Wilkinson, a verificar la situación en compañía de los señorines Listowel, Katz y Bourthoremiens.
  
Vinieron a España –escribe Cambaen la creencia de que iban a conocer un país muy raro donde los revolucionarios se encargaban de custodiar el orden público mientras las clases conservadoras instigaban al Ejército para que asaltase los Bancos, destruyese las catedrales y asesinase a los sacerdotes; pero, una vez aquí, resultó que lo único raro eran ellos.
  
Tan raros que, al acercarse los periodistas al auto de los verificadores, miss Wilkinson sacó la lengua y cerró, ¡zas!, la ventanilla.

Miércoles, 26 de febrero

Los 80
La entrevista de Multicentro

martes, 25 de febrero de 2014

Judíos, Moros y Cristianos

 Maimónides en la calle Judíos

Sinagoga en la judería

Francisco Javier Gómez Izquierdo

El Doctor en Derecho Antonio Manuel Rodríguez Ramos, del que ya explicamos que aterrizó en el paraíso del famoseo mediático por reclamar la propiedad de la mezquita de Córdoba con el gratuito recurso de buscar abajofirmantes alérgicos al crucifijo, sigue emperrado en su guerra particular.   Animado porque le han firmado los señores Antonio Gala, Eduardo Galeano, Federico Mayor Zaragoza y hasta el músico Sanlúcar, el profesor está que no para y al parecer ya tiene convencida a la Junta de Andalucía. Tal que al señor Diego Valderas, bachiller y vicepresidente del virreinato y casi, casi, a la virreina titular, Doña Susana Díaz, que se licenció en Derecho, tras doce años de dura lucha en pos de su carrerita. Doña Susana Díaz presume de haber sido catequista y está en permanente duda no sabiendo si rezar a Dios o coleguear con el Diablo, por lo que ha pedido una comisión que es lo que procede en casos de este caletre.

    El disparate de Don Antonio Manuel ya tiene sus júligans, entre los que se han colado demasiados moros rezadores y una multitud atea de difícil catalogación, que ante la propuesta municipal de utilizar la sinagoga judía -ésa sí es de propiedad civil- para casar sefardíes de éstas y otras tierras, han lanzado el vade retro de rigor al oír mentar raza tan maldita. Comunistas y socialistas han dicho que tal cosa no puede ser porque la sinagoga se gastaría y se pondría fea. Bueno, han dicho que perjudicaría su conservación ya que “a lo visto”, tienen mucho conocimiento sobre el judaísmo y entienden que vendrían millones de judíos y judías a casarse a la modesta sinagoga cordobesa.

   Los políticos progresistas de la Córdoba actual, faltos de instrucción la mayoría y prestos a aplaudir cualquier berrido del tenido por docto, no han reparado que en la ciudad hay una plaza Judá Leví y una estatua de Maimónides al que varios de ellos tienen por árabe. Se les llena la boca con las tres culturas.... pero a los judíos ni agua.

    -¿Acaso no ves mi solidario pañuelo palestino? Los judíos son capitalistas  opresores.

   Los progres cordobeses que hacen bulto cuando se ha de ocupar las calles han ganado su paga por militancia y suelen ser  de una candidez a la que da pena contrariar y por eso se entusiasman cuando los que tienen como hombres buenos y sabios llaman  a la confesión mahometana para poder anular la catedral y ocupar la mezquita que generosamente el ¿pueblo? de Córdoba, el verdadero propietario y no la Iglesia fascista, cede a los hermanos musulmanes. Don Antonio Manuel, el profesor que un día fue nacionalista andaluz, ha tenido una revelación y sintiéndose más moro que cristiano anda buscando el renacer de una nueva patria, en la que no caben  judíos. 

Rajoy ya nota el calor


(Colección Look de Té)

Jorge Bustos

Para ser ese país demoscópicamente harto de políticos y periodistas, el jaleo como de primer día de rebajas que se monta en el Congreso por el debate del estado de la nación está de lo más conseguido. ¿No sería una teatralización para afianzar el crédito dañado del sistema parlamentario? En vano busqué entre el gentío la barba de Garci o las gafas endiabladas de Évole. Pero lo cierto es que si las elecciones son la fiesta de la democracia, el patio de las Cortes se antojaba a mediodía un after-hours con derecho de admisión reservadísimo. Desde luego disimulamos bastante bien la famosa desafección hacia la política.

Un reportero logra acomodar el culo en la tribuna de prensa solo después de soportar la cola de acreditaciones, persuadir al departamento de prensa de que no trabaja para Manikkalingam, acreditar un buen juego de codos con los colegas para avanzar por los pasillos abarrotados, pasar el escáner de rayos X y probablemente otro de rayos UVA, reptar bajo la alambrada de espino y dirigir una caída de ojos reverencial a don Jesús Posada. Superados todos los filtros, accede uno al hemiciclo en el momento justo en que Mariano Rajoy está constatando que se ha invertido la dirección de la economía nacional.

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F for Fake




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Me lo dijo el otro día, cenando, un amigo que custodia en un museo armamento de los iberos, que ni siquiera se sabe quiénes fueron:
    
Desengáñate, la clave de todo lo que pasa está en Orson Welles.
    
Y me habló de “F for Fake”, la obra más rara (y más interesante) de Welles; una película y documental (ficción y realidad) sobre el fraude del arte (y su imitación: la vida) al hilo de dos falsificadores extraordinarios: Clifford Irving, que falsificó la biografía de Howard Hughes, y Elmyr d’Hory, que falsificó a todo dios, empezando por Picasso, el del “Guernica”:
    
Euskadi se lleva las bombas, y para Madrid, el arte –rabiaría luego en el púlpito Arzallus.
    
Me acordé de estas cosas viendo a los tragaldabas de la Santa Verificación jurar ante el “Guernica” en la performance etarra de la BBC, y en coincidencia, ay, con Arco y el Carnaval (que en España, desde Larra, todo el año es Carnaval).

    Con la mirada más risueña, aquello podía ser “Bola de fuego” (Howard Hawks), pero faltaba una Barbara Stanwyck, que hubiera podido ser Aizpeolea.
    
Así que, “toda vez que Picasso carecía por completo de ideas”, en palabras de José María de Ucelay (pintor y, cuando las bombas que dice Arzallus, director general de Bellas Artes en el Gobierno Vasco), ¿qué ventilaba el “Guernica” en todo eso?
    
Para el poeta Juan Larrea, que lo vio componer, el “Guernica”, “aun simbolizando la paz, es un arma de guerra”, y creía que el toro es el pueblo, y el caballo, Franco. Oteiza, que era de Orio, pensando en la Semana Grande, vio que el toro era español, y el caballo, vasco. Pero Granell, que era paisano de Olano (el que abastecía en su guarida al Genio de percebes gallegos de veinticinco uñas), concluyó que el “Guernica” sólo es una translación de la Adoración de los Reyes Magos, lo que explicaría la presencia en la performance etarra de Manikkalingam, que haría de Baltasar, como el concejal de IU en las cabalgatas de Ana Botella.
    
Dios, qué tropa.

Stalin & Ramos

Stalin, el hombre de acero

Ramos, el hombre de acero