Pirritx, Porrotx...
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Estuve el otro día en un acto de promoción (de la idea) de un festival para El Chano.
El Chano es un banderillero de la majeza que está en silla de ruedas desde que en Ávila, banderilleando para Milagros del Perú, fue volteado por el último novillo de la noche.
–Sentí un crujido muy fuerte en las vértebras, como si me hubiesen desconectado las piernas, y ya no me pude mover.
El Chano no aspira a un subsidio; aspira a un festival. Se pidió a Las Ventas, el Camelot de Abella, donde contestaron que no. Allí la única silla que quieren ver es la de Morante.
No me imagino yo a los Dexter de la Eta pendientes de un festival de Pirritx y Porrotx para poder ir a la herriko taberna a jugar al mus.
Los Dexter de la Eta no aspiran a un festival, sino a un subsidio del Estado de Derecho, que es por lo que brindaba Paterra con fino… en Córdoba, sin que nadie hiciera valer el derecho de admisión, ya suponemos que por santo temor... a Estrasburgo.
Cuenta Galbraith que en un interrogatorio a Joachim von Ribbentrop, el ministro nazi de Exteriores, se le preguntó su razón para, prescindiendo de todo vestigio de inteligencia, declarar la guerra a América, a lo que replicó que Alemania se había visto obligada por las cláusulas de su tratado con Japón e Italia. Entonces un joven ayudante bilingüe que estaba ocupándose de la traducción preguntó por su cuenta:
–¿Por qué fue ese tratado el primero que decidieron respetar?
Cada vez que oigo hablar de Estrasburgo me viene a la cabeza el ayudante de Galbraith trasladando su inteligente impertinencia a Gallardón.
Los Dexter de la Eta tendrán, pues, su subsidio, ese dinero de bolsillo imprescindible para el españoleo contemporáneo: tomar el sol, mondar pipas y hacer botellón. Como en el economato del talego, pero en la plaza del pueblo y con queso curado, patés y mueslis…, que eran las cosas que estos gudaris más demandaban antes de su liberación por la vía de Estrasburgo.