Pineiro
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Una de las muchas mentiras del fútbol quiere hacernos creer que ganar todos los partidos por tres o cuatro goles es un espectáculo y no una exhibición artística sólo apta para fanáticos. Por eso los que no hemos sucumbido aún a esa fe no prestamos demasiada atención al semanal capítulo monocorde hasta que los artistas no se peguen de verdad.
Un 7-0 dice mucho de lo que puede aburrir el fútbol y a los que nos pillan lejos tales demostraciones, preferimos disfrutar con la incertidumbre del 0-0 entre gladiadores menores. Quien dice un empate, dice también ese peligroso 2-1 que a veces decide la torpeza de un árbitro. La veneración hacia las estrellas futbolísticas alcanza también a los colegiados de élite, muchos de ellos promocionados con demasiadas sinrazones, y que en los encuentros entre iguales van los tíos y juzgan a la tiránica manera, como haciéndose los amos de la cosa.
Velasco Carballo, un poner. Este hombre de sensata apariencia y correctos comportamientos en la vida civil no parecía mal árbitro, aunque uno siempre ha desconfiado de los trencillas que no pueden pitar un Madrid-Barcelona, la mayor prueba de mérito. Me parece poco riguroso hacer internacionales a los que proceden de los colegios catalán y madrileño, porque luego pasa lo que pasa. El árbitro Velasco no sé si tiene padrinos en su Colegio, pero me consta que la prensa de la capital le había condecorado en su particular Selectividad. Era “el más mejor”.
Si ustedes tienen memoria acuérdense de los arrebatos de nuestro internacional en el partido inaugural de la Eurocopa con aquel Polonia-Grecia que hizo de Velasco en Grecia lo que es el turco Babacán en España. Busquen en youtube y verán altanería y chusquerío a paladas. Velasco sigue igual. Como es internacional piensa que es el que más sabe y cuando va de visita a los pueblos, reparte caprichosos castigos entre gente incauta. Surrealista la expulsión del almeriense Christián Fernández, fruto mas de un pronto como psicótico, que del recto proceder que se le supone a un juez.
No todos los árbitros van a ser Velascos. Ni siquiera Quirós. En 2ª pita un tal Piñeiro Crespo, supongo que avalado por Díaz Vega, el amo del asunto, peligrosísimo con el chiflo, pero capaz de calcular la medida de las porterías a ojo. Si usted pregunta por las medidas de un terreno de juego a cualquier futbolista o entrenador no hallará respuesta cierta, salvo si se lo pregunta a David Vidal, claro está. El asturiano Piñeiro pidió un metro en La Victoria de Jaén y confirmó lo que sospechaba. Que las porterías medían 2,32 metros de altura. 12 centímetros menos de lo Reglamentario.
Me he enterando por fuentes de fíar que el árbitro comunicó la anomalía a ambos equipos y les hizo firmar un papel de conformidad asumiendo la deficiencia, comprometiéndose el equipo visitante (el Córdoba) a no reclamar una vez disputado el encuentro. Si tenemos en cuenta que los cordobeses fallaron un penalty y dispararon dos veces al larguero, está claro que la fullería jienense tiene más importancia de lo que parece y que Piñeiro Crespo -sufre entre 2ª y 2ªB- tiene mucho más respeto por el Reglamento que el internacional Velasco Carballo, sin ir mas lejos...